A principios de la década
de los ochenta del no tan lejano siglo XX, al objeto de educar a los alumnos en
el aprovechamiento de materiales que no tenían utilidad después del uso al que
estaban destinados en un principio y que después de éste terminaban en la basura,
comencé a construir dentro del aula de música, en un módulo que establecí al
efecto y que denominé “Módulo de construcción de instrumentos”, algunos
instrumentos pertenecientes a las tres
categorías, las tan conocidas y denominadas de cuerda, viento, y percusión. Como
sabemos esta forma de clasificarlos es por el modo y la forma como producimos en
ellos los sonidos y por los elementos
que entran a formar parte de ellos y que hacemos vibrar.
Todos estos instrumentos contribuyeron
en primer lugar al desarrollo en el
alumnado de habilidades y destrezas en
el manejo de diversos materiales y herramientas. En segundo lugar a iniciarlos basándome en la práctica que de este módulo
emanaba, en algunos principios básicos de la acústica a la vez que procedíamos
a investigar sobre su historia. Y, por último, con esta actividad, enriquecíamos el material del que podíamos disponer en nuestras
clases.
Así construimos claves, sistros, simarras, liras, flautas
traveseras, kenas, flautas de balsa o sikus, rababs con sus arcos…
Para la construcción de
todos estos instrumentos, buscábamos y recopilábamos o adquiríamos una serie de materiales tanto
metálicos, como de plástico, sin por supuesto dejar a un lado el fieltro, la
caña, el
PVC, y toda clase de embalajes,
muebles viejos y cajas de las que pudiéramos
obtener paneles o madera.
Entre los más abundantes, la
mayoría de ellos tirados a la basura, se
encontraban cuando eran de madera, algunas
cajas de frutas y de verduras que desechaban almacenes, fruterías, o tiendas de comestibles
después de haber colocado la mercancía que contenían en los escaparates
y mostradores para su venta. Otros materiales utilizados también fueron, trozos
de alambre grueso, electrodos, chapas de
botellines o botellas tanto de refrescos como de cervezas, palos cilíndricos de madera de cepillos o escobas de barrer viejas que iban a ser
arrojados a la basura, en definitiva todo material que pudiera sernos útil y otros que
aportábamos bien de nuestras casas o mediante su adquisición o compra en
comercios especializados. Partiendo de
todo lo anteriormente expuesto nos poníamos a trabajar en la construcción de instrumentos (Uno por
curso escolar y por alumno según su dificultad) entre los que se encontraba el que ha llegado hasta nosotros a través de la
historia y el tiempo y que se conoce por
el nombre de “sistro” que es el protagonista de este artículo.
El sistro es un
instrumento de percusión que puede tener forma de “U” o de herradura con mango. También puede
tener forma de raqueta trapezoidal isósceles con un mango que le sirve de
asidero. Tanto el de forma de “U” o de
herradura como el de raqueta se encuentra atravesado por dos o tres varillas en
las que se ensartan platillos metálicos,
que se hacen sonar de dos formas
distintas: sacudiéndolo o agitándolo al aire, o percutiéndolo o golpeándolo
sobre la palma de la mano.
Como he dicho
anteriormente, el sistro, es un
instrumento de pequeña percusión perteneciente a los idiófonos. De esta forma
lo califica el “Atlas de Música 1”
de Ulrich Michels, publicado por Alianza Editorial en 1983, en el capítulo dedicado a la organología.
Pertenece a los idiófonos este instrumento porque produce el sonido por la
vibración del instrumento entero. El sistro era utilizado en las fiestas religiosas del
antiguo Egipto. Hoy día se usa también en algunas ceremonias de las “Iglesias
cristianas Coptas” de Egipto y Etiopía. Se dice en este Atlas musical, que
pertenece a los idiófonos sacudidos; denominándolo sistro o “sonaja de Isis”. Comenta
también que los actuales están formados por un marco de metal en forma de
herradura con laminillas metálicas suspendidas.
En la “Historia general de
la música” de Alec Robertson, Denis Stevens… etc. publicado por ediciones
Istmos en 1972, para España y todos los países de lengua castellana, en su
primer volumen, hace referencia al
“sistro”, cuyo nombre latino “sistrum” que procede del griego “seistron”, quiere decir (cosa que se agita). Al agitarlo
produce un sonido tintineante y metálico. Se dice en este tratado que los
egipcios denominaban a este tipo de sonido “sehem.” Que quiere decir “fuerza”
símbolo de la energía o poder divino.
Con este instrumento (el
sistro) se acompañaban los cantos en honor a Isis y Neftis, en las ceremonias
religiosas.
En la “Historia de la
música” de Hugo Riemann, en su sexta
edición (D. L 1958) se hace una brevísima mención del sistro, manifestando que
desempeñaba su papel junto con otros
instrumentos como crótalos y sonajas.
¿Cómo lo construíamos?
De una caja o embalaje de
frutas o verduras sacábamos los pequeños listones o tablitas que la formaban y
las cortábamos y preparábamos para la construcción del sistro. Necesitábamos
que el instrumento fuese fuerte y
consistente. Al ser estas tablitas muy delgadas (de 3 a 3’5
mm.) de espesor, utilizábamos el doble
de tablitas para superponerlas y unirlas entre si con cola blanca de carpintero
y darles a cada una de ella de esta forma más grosor. Pegándolas de dos en dos, conseguíamos disponer de una
tablitas o piezas de madera más adecuadas para la
construcción de este instrumento.
A continuación relaciono el
número de tablitas que teníamos que preparar debido al poco grosor de estas
maderas que eran sólo algo más gruesas que un panel.
Dos tablitas de 38 cm de largo y 1’8 cm de ancho para fabricar el mango.
Dos tablitas de 13 cm de largo y 1’8 cm de
ancho para la empuñadura del mango colocadas por encima y por debajo de las
dos previamente utilizadas para fabricar
el mango, con lo que la empuñadura del mango estaba formada por cuatro tablitas.
Cuatro tablitas de 18’5 cm
de largo por 1’8 de ancho para los lados isósceles del marco de forma trapezoidal.
Dos tablitas de 13 cm de largo y 1’8 de ancho
para formar los dos listones que darán
origen al transversal inferior y mas corto del marco trapezoidal
cuando tenemos el instrumento asido por el mango para hacerlo sonar..
Dos tablitas de 21’5 cm de
largo y 1’8 de ancho para los listones transversales del centro que dividirán el trapecio en dos
partes iguales.
Dos tablitas de 25 cm de largo y 1’8 de ancho
para los listones transversales superiores y más largos del marco trapezoidal.
Una vez construido el
armazón de madera procedíamos a colocar las varillas en el centro de las cuatro
ventanas o espacios que quedaban
delimitados en el armazón de forma trapezoidal. Previamente después de haber agujereado tanto
el mango como los lados oblicuos del
marco trapezoidal introducíamos el
alambre e íbamos ensartando las chapas de cervezas y refrescos en ellas.
Con anterioridad habíamos
taladrado las chapas o tapones de corona después de haber buscado su centro, de
haberlas situado sobre una madera con la corona hacia arriba mirando hacia
nosotros, de haberles trazado a renglón seguido a cada una de ellas dos líneas perpendiculares y utilizado o un trompo con una broca del, 2; 2.5 o
el 3, según la sesión del alambre o del centro metálico del electrodo, o una
simple puntilla de acero y un martillo para que golpeándolos sobre la madera
taladrar por el punto marcado los referidos tapones o chapas.
Podríamos
construir el sistro utilizando en vez de las chapas de cerveza o refrescos, los
platillos de metal de cualquier pandereta vieja o en desuso o adquiriendo estos
platillos en cualquier casa de instrumentos musicales.
Espero que con todo lo
aquí expuesto podáis construir este instrumento en vuestras clases. Hay otro
tipo de sistro o sonaja del que hablaré en otro artículo y que al ser mucho mas sencillo puede realizarse con alumnos de menor edad
concretamente con alumnos de 3º o 4º de Primaria.