Han tenido que pasar mas de 2.000.000 de años
desde la aparición del primer hombre hasta que éste, unos 5.000 años a.
C, utilizara la escritura. Las primeras escrituras aparecen en Sumeria y
en el antiguo Egipto. Con ellas, fueron
recogidas desde su invención, muchas de las tradiciones orales, a la vez que se
plasmaron en infinidad de documentos, hechos y crónicas de las distintas épocas,
abriendo de este modo las puertas a la historia, que nace con la aparición de
esos primeros documentos escritos.
Estos
documentos se han realizado con
distintas grafías, en diferentes alfabetos, sobre una variada gama de soportes
que van desde el barro cocido, tallado en piedra, papiro, pergamino, papel… y
en los que se han utilizado distintos sistemas gráficos de representación o
escritura.
Así el hombre ha empleado,
la escritura hebraica (alfabeto hebreo), la escritura románica (alfabeto latino),
escritura arábiga (alfabeto árabe), escritura cirílica (alfabeto griego),
escritura helénica (alfabeto griego), la escritura cuneiforme; escritura con caracteres en forma de cuña utilizada por sumerios, acadios, hititas, persas.. y, dentro del
mismo Egipto, llegaron a usarse tres tipos de escritura: la jeroglífica, la escritura hierática o sacerdotal y la demótica o vulgar.
Si difícil fue expresar por escrito, las palabras, con las que manifestamos sensaciones, emociones, afectos, lo que pensamos, lo que sucede…
tanto o más difícil aún, resultó
expresar por escrito la música.
Remontándonos muy atrás en el tiempo, se han
encontrado pruebas de la existencia de sistemas de notación musical en Egipto y
Mesopotamia. Estos escritos musicales podemos fecharlos hacia el tercer milenio
a. C. Otros pueblos desarrollaron mucho más tarde sistemas de notación musical con símbolos y
letras representando las notas musicales sobre el texto de una canción. Los ejemplos
más antiguos los encontramos en el “Epitafio de Seikilos”, “los himnos de Mesomedes
de Creta” y por último, "los himnos délficos”, que podemos datarlos sobre el siglo II d. C. Pero lamentablemente no quedan mas que escasos
vestigios de estos tipos de notaciones.
Modernamente, fue en el siglo VII d. C., cuando aparecieron los primeros escritos
musicales dignos de mencionar, para ello se empleó una escritura que utilizaba
unos grafismos a los que hemos denominado neumas.
Si necesitáis ampliar y conocer más sobre este tipo de escritura podéis consultar:
Estos neumas no representaban con
exactitud los sonidos pero con el paso de los años fueron evolucionando y
cambiando hasta que se llegó entre los siglos X
al XIII a utilizarlos a diferentes alturas, para lo cual se emplearon líneas.
Si observamos, en una línea o
monograma, podemos representar tres sonidos; bajo la línea, en la línea y sobre
la línea.
En dos líneas o bigrama podemos
representar con exactitud cinco sonidos; en un trigrama, siete; en un
tetragrama, nueve... etc. Como podéis ver en la ilustración que aparece a
continuación.
Se emplearon en la escritura
musical hasta pautas con diez líneas o decagramas, pero debido a
la dificultad para leer en ellas, se
desecharon las pautas de seis líneas en
adelante como el hexagrama, heptagrama…
etc., llegándose con el tiempo a establecer
con carácter universal definitivamente el pentagrama. Entre otras
razones porque su tercera línea es simétrica con las otras cuatro y por lo
tanto es una buena referencia para
identificar tanto las líneas como los sonidos escritos en ellas a simple vista.
La adopción y posterior generalización
del uso del pentagrama para la escritura musical ocurrió entre los siglos XV al XVII, aunque ya en el siglo XIII, algunos manuscritos incorporaron una quinta
línea.
La pauta de cinco líneas es debida a Ugolino de Forli, que añadió en Italia esa quinta línea. El uso de la pauta musical de cinco líneas o pentagrama se generalizó en Francia durante el siglo XVI y en toda Europa dicho uso se asentó un siglo mas tarde; a partir del siglo XVII.
La pauta de cinco líneas es debida a Ugolino de Forli, que añadió en Italia esa quinta línea. El uso de la pauta musical de cinco líneas o pentagrama se generalizó en Francia durante el siglo XVI y en toda Europa dicho uso se asentó un siglo mas tarde; a partir del siglo XVII.
Si queréis profundizar más sobre el pentagrama podéis consultar: http://es.wikipedia.org/wiki/Pentagrama
Durante
todo este tiempo, no sólo sufrió cambios la pauta en donde se escribían
los signos musicales sino también los propios signos, pues de la escritura de los neumas o notación
neumática se pasó a la notación
cuadrada y más tarde a la escritura
redonda que es la notación que utilizamos por regla general en la actualidad.
El paso de la notación cuadrada a
la redonda ocurrió en el siglo XVI; en Francia sobre el año 1530 y en Italia
unos 20 años después; es decir, sobre el
1550.
Fue en el siglo XIV cuando aparecieron dos nuevas
figuras con duración menor que la
semibreve; estas figuras fueron la mínima y la semimínima, a la que siguió mas
tarde la fusa.. La semibreve, que era el valor de menor duración durante el
siglo XIII, se convirtió en la redonda, que fue
el valor de mayor duración durante el siglo XVIII. La notación redonda
queda tal y como la conocemos actualmente entre los años 1650 a 1750,
es decir; de mediados del siglo XVII a mediados del siglo XVIII.
La semibreve se convierte en redonda.
La mínima se convierte en blanca.
La semimínima se convierte en negra.
Debo recalcar que la notación
alfabética de la que no he hecho mención
en esta entrada hasta este momento, es más antigua que la notación de neumas a
la que siguió poco más tarde la notación
cuadrada.
A partir del siglo XV, al
sustituir el pergamino, soporte en el
que veníase escribiendo la música hasta
esa fecha por el papel de reciente invención, y ante el temor que las figuras musicales traspasaran este nuevo soporte emborronando
las partituras por un exceso de tinta, fue una de las razones para que éstas se vaciaran como
podéis observar en la anterior ilustración.
En
ella se comenta también el uso de
la garrapatea. Amplío dicho comentario expresando que en los diez primeros compases del primer movimiento de la sonata
nº 8 de
Beethoven, denominada "patética", concretamente en la
primera mitad de la cuarta parte del décimo compás, aparece un grupo de 16 garrapateas seguidas de una corchea con puntillo y una semicorchea antes de pasar del aire Grave, al Molto Allegro en el primer
movimiento.