miércoles, 12 de noviembre de 2008

Mis primeras clases de música.




Hay un abismo entre la enseñanza que se imparte en un Conservatorio, que al finalizar los estudios correspondientes te llevan a conseguir una titulación de grado Elemental, Medio o Superior, en definitiva un título profesional, y la que se debe ofrecer en lo que a música se refiere a los alumnos de un parvulario, de enseñanza primaria o incluso al alumnado de los distintos niveles de la E. G. B – E. S. O – o Bachillerato, que tienen la música como una materia más dentro del currículo.

Cuando todavía caminaba como discente y traté de obtener la titulación de “maestro de primera enseñanza” allá por la segunda mitad de la década de los 60 y comienzo de la siguiente, aproximadamente desde 1967 a 1971, la Escuela Normal de Magisterio y concretamente el profesor del Departamento de Música , ante la deficiente preparación que presentaban los futuros aspirantes a maestros en lo que a materia musical se refiere, se veía obligado en primera instancia a dotarlos de habilidades y destrezas musicales mas que a dedicarse a un estudio serio sobre didáctica y metodología musical.

La poca o nula preparación musical de los estudiantes (futuros maestros) cuando se acercaban y abordaban esta materia por obligación dentro del currículo de la carrera, era debida a que a lo largo de los estudios primarios y del bachillerato, la asignatura de música era una total desconocida.

Esta es una de las razones por la que se tenían que adquirir en la Escuela Normal los conocimientos lectográficos, rítmicos y solfísticos con prioridad; y más que nada sobre ellos te examinaban sin siquiera abordar los de pedagogía musical o a lo sumo, aproximándonos en el mejor de los casos tímidamente al estudio de los mecanismos y estrategias metodológicas necesarias para el desarrollo del instinto musical en los niños; ya que sin lugar a dudas es de todo punto necesario e indispensable saber música para poder enseñarla.

¿Cómo puede pretenderse que enseñe música quien no tiene ningún conocimiento musical? Antes había que prepararlos y por ello puede justificarse el proceder que observé cuando me presente como alumno libre en la Escuela Normal de Magisterio para examinarme entre otras, de esta materia.

No era este mi caso ni el de algunos aspirantes a maestros como yo, los menos, pues procedíamos de un Conservatorio pero no teníamos ni idea de didáctica de la música.

Habían surgido en distintos países de Europa una serie de pedagogos musicales a lo largo del siglo XX y se estaban poniendo en marcha o ya funcionaban desde hace tiempo una serie de métodos de los que poco sabíamos. El método Kodály, El método Ward, el método Willens, que utilizaban representaciones gráficas y gestuales no convencionales. También llegaban a nuestros oídos noticias sobre el método de Dalcroce, el método Martenott, que trabajaban la relajación y el movimiento, el método Suzuky y por supuesto el método de Carl Orff que introdujo los instrumentos de percusión en la escuela.

Todo lo que se había logrado y se estaba cociendo en este campo era de vital importancia para poder desarrollar una buena labor como docente en esta materia, pero teníamos por aquel entonces pocas vías de acceso a estas nuevas tendencias a pesar de haber fallecido algunos de sus creadores como Dalcroce en el 1950 y Kodaly en 1967.

Cuando te ves en un aula rodeado de pequeñines, comprendes que estás en un mundo distinto y que todos los presupuestos que te habías planteado y estabas dispuesto a llevar a cabo durante tu preparación como docente se desmoronan como si de un castillo de naipes se tratara.

Cuando observas el poco éxito que despiertas al intentar captar la atención y el interés hacia lo que quieres transmitir y enseñar, comienza una búsqueda de recursos, nuevos métodos, estrategias…etc. Empiezas a basar tus clases en fuentes que ni remotamente habías reparado. Aspectos y recursos tan simples pero tan ligados al mundo del niño, al mundo de la fantasía como son los cuentos, la mímica, la relajación, el juego…etc. Descubres la importancia que para comenzar esta materia, tiene el ritmo, los instrumentos de pequeña percusión (claves, sistros, crótalos, cajas chinas, matracas, carraca, triángulo, cortina, ) los de mediana percusión como bongos, bombo, plato caja … etc. Ves también la importancia que tienen las audiciones musicales, los instrumentos melódicos de técnica sencilla como la flauta dulce y pequeños teclados, lo útiles que son los instrumentos de placa tanto de madera como de metal para armonizar distintas melodías y ejercicios y para llegar a desarrollar en los alumnos el sentido rítmico, el sentido melódico en definitiva el sentido musical

No puedes utilizar a priori casi nada de lo que a lo largo de tantos años has trabajado en las clases de un Conservatorio de música y te adentras en el estudio de lo que han realizado en todo el mundo los mas prestigiosos pedagogos musicales.

Así comencé mi labor en el Colegio Aljarafe: introduciendo en mis clases, los juegos musicales, el cuento, la mímica y la canción en los pequeñines. Los dictados rítmicos y musicales, la audición, la lectura medida, a la vez que la flauta dulce como un elemento más de la orquesta Orff en los distintos cursos de este Centro. Haciendo indispensable este sencillo instrumento de viento para todo el alumnado y elevándolo a la categoría de material escolar por excelencia para utilizar en las clases de música cuando esta materia les tocaba en su horario.

Las historietas musicales y un gran abanico de actividades complementarias que llenaban aspectos de esta materia y de otras que, en el horario normal no eran posibles trabajar se realizaban como actividades extraescolares los sábados. En ellas, los alumnos de un modo voluntario participaban representando en unos casos mediante viñetas en cartulinas un periodo de la historia de la música, en otros, trabajaban pasajes de mayor o menor dificultad con instrumentos melódicos, de placa o de mediana percusión y en actividades de gran grupo teníamos los ensayos al completo de la orquesta. Todas estas actuaciones con los alumnos nos ocupaban la mañana y para hacerlas posibles se ponía a disposición del alumnado un servicio de autobuses. El premio lo recibían cuando actuaban y se sentían protagonistas en las distintas fiestas del Centro que se celebraban a lo largo del curso.

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