jueves, 29 de abril de 2010

El cuarto de nuestros hijos. Su dormitorio.


Si desde un puesto de observación privilegiado pudiésemos escudriñar una de las habitaciones que ocupan nuestros hijos, su dormitorio, y en el supuesto que pudiera acceder a ella un antepasado aún no muy lejano, captaríamos desde nuestra plataforma de observación su perplejidad y estupefacción ya que, en vez de acercarse y entrar en el dormitorio de uno de sus descendiente mas jóvenes, nuestro referido pariente, entraría en un extraño cuarto con demasiadas cosas.

Su extrañeza estaría motivada por un conjunto de objetos y utensilios con características, utilidad y posibilidades inimaginables e indefinibles en la mayoría de los casos para él.

Entraría en unas habitaciones multiusos en la que se habría perdido por completo la función para la que en un principio estaban destinadas, la de dormitorio.

En ellas encontraríamos en un lugar preferente una mesa de escritorio, con un montón de cables y alargaderas de múltiples enchufes, su buena silla de ordenador, su papelera, su pantalla de ordenador, su consola o consolas de juegos, sus torres de CD, su televisor, su equipo de música... y, perdida en el fondo, sin el protagonismo que le era habitual no hace mucho tiempo, una cama rodeada de repisas con libros y revistas, estanterías, armaritos de colgar, armario empotrado... y, redecorando todas las paredes y espacios que aún quedan libres, posters y mas posters de todos los tamaños con cantantes, grupos musicales en boga y un sinfín de objetos como: copas, diplomas, bandas y medallas conseguidas en competiciones escolares y en alguna que otra competición o concurso local.

Lo que yo digo; todo, menos un dormitorio. Sin lugar a dudas, en la mayoría de los casos dichas estancias a primera vista pueden parecer a los ojos de cualquier visitante un desbarajuste; podrían considerarse sin vacilar como lugar de trabajo, de esparcimiento; unos espacios donde se podría recibir tanto la visita de algún amigo, como ser escaparates variopintos en donde se muestran una serie de fotografías y recuerdos de eventos cercanos en el tiempo.

Unos sitios donde pasar el rato, escuchar música, ver una película, participar en un foro, chatear... o donde podemos sumergirnos e involucrarnos en diversos juegos de ordenador bien sean éstos de aventuras gráficas, de enigmas o de acción; todo, menos lugares o estancias en la que se entraría para descansar; para dormir.

No deberíamos fomentar en nuestros hijos un carácter individualista, dotándolos de estos cuartos en los que se les facilita un conjunto de elementos que hacen que se encierren en si mismos y no quieran estar con el resto de la familia compartiendo en la sala de estar, en la cocina o en el salón el espacio que les corresponde como un miembro activo más de ésta.

Todo lo que se encuentra en este tipo de dormitorios salvo la cama, la mesilla de noche y el armario para la ropa debería desaparecer pues invita a nuestros hijos a permanecer en esta habitación más tiempo del debido; fomenta el que no se relacionen con el resto y les facilitan el encerrarse en sus mundos. Unos mundos la mayoría de las veces nada reales en el que están ellos y sus caprichos; ellos y sus aficiones; unos mundos en los que no hay lugar para la empatía porque todo gira entorno a ellos, a sus inquietudes y antojos, a sus más mínimos deseos.

Lo que llena este tipo de habitaciones, acrecienta en ellos, el sentido de posesión, fomenta sus caracteres egoístas, impide o cercena las relaciones humanas a nivel familiar: de padres a hijos, de hermano a hermano, de abuelo a nieto... los hace solitarios y los lleva a relaciones de tipo virtual en las que no hay calor, ni existe el contacto físico. Sus ordenadores, sus consolas, sus Cds, sus libros, sus... todo lleva su posesivo pero un posesivo demasiado egocéntrico; y digo egocéntrico porque traslada o convierte la tercera persona del singular en cada caso concreto, en la primera.

Todo lo contrario sería estar en una habitación, sala de estar, o salón en el que el espacio destinado a esta serie de aparatos, TV, ordenador, equipo de música... no ocupe un sitio o lugar preferente, dándoles demasiada importancia. Deben hallarse situados a un nivel secundario como lo que son: una herramienta tanto de trabajo como de consulta y estudio, para interactuar, debatir y analizar con... y en último lugar, si me apuras, una herramienta para solaz y entretenimiento.
Todos estos aparatos son objetos que podemos utilizar y compartir en un momento determinado y no deben llevarnos a hacer a un lado el lugar donde con preferencia se encuentra el espacio destinado a las personas y al fomento de sus relaciones. Debe dominar en este espacio todo lo que lo haga confortable: el tresillo, la mesa de camilla, la chimenea, todo lo que de calor de hogar y acreciente las relaciones; el estar reunidos, el dialogar, el cambiar impresiones, en definitiva: todo lo que ayude y fomente el contacto entre humanos.

No al ordenador y a toda esta serie de utensilios ya sean informáticos o no para el uso en exclusividad de nuestros hijos. Vuelvo a hacer hincapié en que todos estos aparatos deben ser de uso común; para unir en vez de separar, y en el que el verbo compartir se conjugue en todos sus tiempos.

Puedes ampliar tu visión sobre toda esta problemática en:
http://www.cosasdefamilia.com/pragma/documenta/CDF/secciones/CDF/MAGAZIN_CDF/CONSEJOS/doc_9207_HTML.html?idDocumento=9207

martes, 20 de abril de 2010

Comentario completo a una visita a este blog.


Durante los últimos años de mi actividad como docente recibí agradables sorpresas al encontrarme como compañeros/as, a antiguos alumnos/as, a los que en algunos casos había perdido la pista y no los hacía ejerciendo la docencia. Ocupaban ya dichos alumnos, durante esos años a los que me refiero, dentro del claustro al que yo pertenecía, puestos como miembros de distintos departamentos, como son: el de orientación, lengua, música,... y con los que retomaba una relación ya no de profesor alumno, como la que habíamos tenido en el pasado, sino que en la actualidad la continuábamos en otro estadio: la de profesor a profesor.

Estas agradables sorpresas abrían mi mente a escenas ocurridas en años anteriores que llenan y minan la vida del que por su ocupación ha tenido contacto con tantas personas y que enriquecen la galería de sus recuerdos.

Uno de estos casos es el de Felicidad. a la que tuve de compañera en el Instituto Cavaleri, actuando como orientadora en el Departamento del mismo nombre y que en otro tiempo tuve la suerte de tener como alumna cuando hace bastante más de 30 años comencé mi ejercicio docente en el Colegio Aljarafe.

Años más tarde, en un tiempo pròximo a la publicación de este artículo, después de jubilado, tuvimos un casual encuentro en el metro departiendo durante el trayecto de diversos temas entre ellos sobre nuestros quehaceres, aficiones y ocupaciones en la actualidad.
De la conversación mantenida y de su visita a este Blog, sugerida por mí durante esta conversación nace lo que a continuación vengo a relatar:

El día 21 de octubre de 2008 escribí un artículo sobre el comienzo de la enseñanza de la música en un Colegio de Mairena del Aljarafe. Sobre esta actividad educativa en ese momento pionera y su inclusión en el currículo del recién inaugurado colegio, por aquel entonces de carácter privado, llamado “ Colegio Aljarafe” al que la referida y en otro tiempo alumna, hoy compañera, añadió un comentario cariñoso y entrañable después de su visita a este blog recientemente. En dicho comentario hacía referencia a la utilidad que le habían reportado en la actualidad, mis clases en el desarrollo de una de sus aficiones cual es la de cantar en un coro.

Traté de contestar a su comentario pero al ser el mío demasiado extenso y no admitírmelo el formato del blog, tuve que recortarlo y publicar una respuesta exigua. Hoy 20 de Abril de 2010 decido exponerlo al completo tal y como lo había redactado en un principio.

Comenzaba tal como aparece en el que expongo a continuación en el que resumí y se desarrollaba así:

“Perdona este gran retraso en contestarte debido a mi manía de no revisar el blog o hacer esta revisión muy a la carrera. Como puedes comprobar de nuevo como ocurrió con mi respuesta a tu primer comentario, por segunda vez, esta circunstancia ha dado lugar a que el inexorable tiempo haya espaciado bastante más de lo debido mi respuesta pues me he dado cuenta de él bastante tarde y por ello no he respondido como suelo hacer por norma. Me alegra que gracias a mis clases, de las que hace ya tanto tiempo fuiste alumna, hayas obtenido las destrezas necesarias para serte hoy día de utilidad en esta actividad que has tomado como esparcimiento. También me satisface el que puedas gozar plenamente con ella durante “llamémoslo así” tu tiempo libre.

Agradezco tu invitación para que participe en el coro del que formas parte; me encantaría, pero ya mi voz no es la de antes; haberla utilizado durante tantos años, forzándola sin mas remedio todos los días, hablando casi siempre en un tono fuerte, me ha pasado factura y aunque hoy día al hablar no se me note debido a las técnicas de impostación que durante toda mi vida profesional he utilizado consiguiendo mitigar casi todos los efectos negativos que en ella pueden aparecer, el esfuerzo que tendría que realizar durante esta actividad sería perjudicial para mis cuerdas vocales ya que se resienten con facilidad y someterme de nuevo a esta disciplina a mi edad, acabaría por afectármelas.

Se por experiencia que una actividad de coro es de lo más gratificante que hay para los integrantes del mismo y cómo no, para su director.

Los componentes de un coro se ponen en contacto con una serie de técnicas vocales, de relajación y respiración, que en un principio no habían ni siquiera imaginado. Todas estas técnicas van en beneficio de todos y cada uno de los participantes o miembros de esta agrupación musical.

Se aprende a calentar la voz, se coge tono postural (saber estar de pié); pues se toma conciencia del área base, en una palabra se tiene más equilibrio no solamente físico sino también espiritual. Se sabe estar sobre el suelo y se acerca uno... al cielo.

Se desarrolla un gran control diafragmático a la vez que aprendemos a utilizar los espacios intercostales. Tomamos conciencia de este músculo, el diafragma, y nos damos cuenta de su importancia en el canto pues nos ayuda a mantener una buena entonación, llegando a cada nuevo sonido con limpieza y dotándonos de la capacidad de mantener su duración sin desmayos ni titubeos. Poco a poco con la impostación de la voz llegamos a encontrar también los resonadores y a saber utilizarlos.

No es así en todos los casos para el que lo dirige, que aunque recibe la suma de satisfacciones que iguala a la de todos sus componentes, podríamos decir que sus satisfacciones rayan el infinito, también recibe grandes disgustos y decepciones. Se diría que se dan como contrapeso, para mantener al director en equilibrio. El director está a merced de los que asisten a los ensayos y le causan gran decepción, rayando a veces en el desánimo, las ausencias. Los componentes de un coro lo hacen por amor a la música su paga es la propia satisfacción de sentirse miembros de esa agrupación musical vocal-polifónica.

Se da con bastante frecuencia, en un coro, cuando se tiene un amplio repertorio montado y muy trabajado el que por unas u otras circunstancias algunas voces queden muy debilitadas por estas ausencias con lo que el trabajo realizado y sobre todo sus frutos se ven minimizados en extremo.

Es muy difícil encontrar un equilibrio en las distintas voces y esto se debe entre otras causas a que tradicionalmente en Andalucía no ha sido norma la formación de coros polifónicos. Varias causas entre ellas la climatológica es la responsable. En el ánimo de una gran mayoría, se esta mejor tomando el fresco, paseando o de copitas, que cantando en un coro polifónico. Si a esto unimos el que en nuestro entorno escasean algunas de las voces (bajos) que entran a formar parte de un coro, tenemos una causa más que hace encomiable tu participación así como la de todos los que integráis esta agrupación musical.

He entrado en la Web y os he visto actuando. Me he informado sobre vuestro director que ha sido alumno de Ramón al cual conozco personalmente y del que en su día recibí un curso con lecciones y consejos magistrales. Sí ha conseguido brillantes calificaciones con él, quiere decir que porta un aval en dirección de coro extraordinario ya que Ramón no acostumbra a regalar nada.
Espero como te dije en mi respuesta inicial que los miembros que os faltan en las voces que me indicas en tu comentario hayan quedado en simple anécdota. Como te deseé en aquel momento te vuelvo a reiterar una gran dosis de ánimo y te invito a seguir adelante.


No puedo dejar desde esta tribuna que se me escape el dar la oportunidad a cualquier lector que así lo desee de disponer de la información necesaria para contactar con este tipo de actividad coral y brindarle la oportunidad si es de alguna de las localidades cercanas a participar en ella. Para ello puede consultar:

http://www.corosantamaria.org/