Fuimos tres los que cruzamos las dos rotondas, una de las cuales, la más grande, parte la carretera que de San Juan te lleva hacia Mairena, dejando a la izquierda según se va, a un Colegio y a la derecha frente por frente a éste, a dos Institutos.
Mi "Primo" (Pepe el “dire”) Pedro (otro compañero) y yo, marchamos desde Ciudad Aljarafe a Cavaleri; dos barriadas próximas, dos enclaves habitados. De un Colegio de básica "El Guadalquivir" a un reciente y transformado Instituto de Secundaria, otrora también Colegio, hoy día y desde ese instante, cumplida ya una década, "Instituto de Secundaria Cavaleri".
Eran tiempos de cambios, de ajustes y no se ellos, pero yo, abandoné las aulas en las que durante muchos años había impartido clases, sin huir de nada ni de nadie intuyendo que mi sitio estaba en frente ya que se reducían dos cursos de la extinta E.G.B, séptimo y octavo de los que yo tenía el mayor número de horas en mi horario y se creaban otros dos, 1º y 2º con una equivalencia de contenidos aunque con diferente clima, en la nueva E.S.O.
Abandoné esas aulas donde yo era feliz y me sentía querido, donde no sólo en el horario escolar se trabajaba y en donde machacaba con los alumnos una y otra vez hasta montar con los instrumentos de que disponía lo que en un principio parecía imposible y que después cuando actuábamos sonaba.
En fin, crucé la carretera con mis dos compañeros y también fui feliz, no eché en falta el calor que hasta entonces sentí, no se sí por lo exiguo del viaje, porque no lo hice sólo, quizás porque sabía que ellos, aquellos que dejé, estaban cerca. Quizás no eché en falta ese calor por lo de novedad que era el encontrarte con otros compañeros, por lo de modelar, crear las bases de actuación, de convivencia, la nueva línea de trabajo que requería aquel nuevo alumnado que nos llegaba de otros colegios de la zona.
Después de haber retrasado un curso el cruce al otro lado, por no abandonar a alumnos a los que conocíamos y finalizar con ellos un proyecto, por fin cruzamos sin mirar atrás, sin demorar más nuestra labor, hacia ese nuevo Centro. En ese Instituto iniciamos una nueva andadura junto con nuevos compañeros con los que compartimos, en el día a día las muchas experiencias ante dificultades que en el trabajo se iban sucediendo, ya que no todo es jauja, ni es tan sencillo, ni fácil de aplicar en la enseñanza.
Mi "Primo" (Pepe el “dire”) Pedro (otro compañero) y yo, marchamos desde Ciudad Aljarafe a Cavaleri; dos barriadas próximas, dos enclaves habitados. De un Colegio de básica "El Guadalquivir" a un reciente y transformado Instituto de Secundaria, otrora también Colegio, hoy día y desde ese instante, cumplida ya una década, "Instituto de Secundaria Cavaleri".
Eran tiempos de cambios, de ajustes y no se ellos, pero yo, abandoné las aulas en las que durante muchos años había impartido clases, sin huir de nada ni de nadie intuyendo que mi sitio estaba en frente ya que se reducían dos cursos de la extinta E.G.B, séptimo y octavo de los que yo tenía el mayor número de horas en mi horario y se creaban otros dos, 1º y 2º con una equivalencia de contenidos aunque con diferente clima, en la nueva E.S.O.
Abandoné esas aulas donde yo era feliz y me sentía querido, donde no sólo en el horario escolar se trabajaba y en donde machacaba con los alumnos una y otra vez hasta montar con los instrumentos de que disponía lo que en un principio parecía imposible y que después cuando actuábamos sonaba.
En fin, crucé la carretera con mis dos compañeros y también fui feliz, no eché en falta el calor que hasta entonces sentí, no se sí por lo exiguo del viaje, porque no lo hice sólo, quizás porque sabía que ellos, aquellos que dejé, estaban cerca. Quizás no eché en falta ese calor por lo de novedad que era el encontrarte con otros compañeros, por lo de modelar, crear las bases de actuación, de convivencia, la nueva línea de trabajo que requería aquel nuevo alumnado que nos llegaba de otros colegios de la zona.
Después de haber retrasado un curso el cruce al otro lado, por no abandonar a alumnos a los que conocíamos y finalizar con ellos un proyecto, por fin cruzamos sin mirar atrás, sin demorar más nuestra labor, hacia ese nuevo Centro. En ese Instituto iniciamos una nueva andadura junto con nuevos compañeros con los que compartimos, en el día a día las muchas experiencias ante dificultades que en el trabajo se iban sucediendo, ya que no todo es jauja, ni es tan sencillo, ni fácil de aplicar en la enseñanza.
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