La educación es el legado más importante que hemos podido recibir de nuestros padres y mayores y que debemos ofrecer y fomentar en nuestros hijos.
La educación no sólo la tenemos que demandar como miembros que somos de un grupo social, de la escuela primaria, del instituto de secundaria, del centro de formación profesional o de la universidad; la educación debe fluir de la propia sociedad y de la familia como célula de ésta. “Lo que no se mama en casa no puede aprenderse en ningún colegio, instituto o universidad por muy excelentes que sean”
Es en la familia donde debemos cimentar, acrecentar y universalizar la educación. En el día a día ocurren muchas situaciones conflictivas que si no están amparadas y regladas por una buena educación pueden degenerar en actitudes primarias que hacen aflorar la violencia en el ser humano. La educación es un visado y solución de conflictos cuando ante estos afloran valores como la tolerancia, la solidaridad, la amistad... que mitigan y ordenan pautas conductuales.
Cimentar la educación en la familia no es más que trabajar desde el núcleo responsable de la misma para conseguir que todos y cada uno de sus miembros seamos personas; buenas personas. Que valoremos a los demás como a nosotros mismos. Que actuemos siempre con el prójimo como nos gustaría que actuasen con nosotros.
Para conseguir este primer principio “ser persona” debemos conseguir la implicación y participación activa de todos sus miembros con amor y entrega, no con dogmas; con un horario y un orden; con unas tareas a realizar y unas mínimas pautas de convivencia revisables, que a medida que corra el tiempo deberán ser el punto de partida para establecer nuevos contactos en el que el diálogo encauce la participación activa de todos sus miembros y se llegue mediante el análisis a reformarlas y adaptarlas al tiempo actual, a la edad de los hijos que en ella viven y se desarrollan y a las ocupaciones que vayan teniendo fuera de casa.
Acrecentar la educación es bien alimentarla, no dejarla a su aire, fomentando con ella todos los valores humanos existentes. La bondad, la honestidad, la solidaridad, la tolerancia, la diligencia, el orden, la disciplina, el trabajo en equipo... son valores que fluirán en la conducta cotidiana de todos sus miembros y deberemos analizar, inculcar y potenciar sobre todo con nuestro “modus vivendi”.
Universalizar es dar uso y utilidad a esa educación dentro de los grupos sociales en el que nos desenvolvemos: familia, grupo clase, escuela o colegio, instituto, centro de formación profesional, universidad, fábrica o lugar de trabajo, sociedad en general... Universalizarla es no dejarla encerrada sino sacarla a la calle, al exterior, estando con los demás, fomentando y animando con nuestro ejemplo a nuestros hijos a que sean donde estén, miembros activos y participativos. Primero en el colegio, escuela o instituto para que luego, más tarde, lo sean en la sociedad.
“Nada en educación es inamovible, inalterable ni eterno”. Todo es modificable y adaptable a las distintas situaciones que a lo largo de nuestra existencia se nos puedan presentar. Por ello estas normas que surgen de y para la convivencia; que nacen del día a día, que fluyen de las pequeñas cosas, del tu a tu, necesitan unas veces actualizarlas, otras modificarlas en parte o en todo y otras, incluso suprimirlas porque en las situaciones presentes resultan obsoletas, sin sentido.
Pero, para el cumplimiento de estas normas, es necesario que sean, elaboradas, desarrolladas, consensuadas y aceptadas por todos pues si no, pierden su efectividad y no nos implicamos en ellas. Las normas requieren aceptación para mejorar la convivencia pero nunca deben surgir de la imposición de nadie. Todo debe construirse a base de diálogo dentro del grupo social en el que nos desenvolvemos sin que aparezca o se incurra por parte de alguno de sus miembros en el monólogo. Porque en el monologó no hay interactividad sino actividad de uno sólo y pasividad del resto.
Hablamos continuamente de educación sin apenas reflexionar en la mayoría de los casos en lo que significa esta palabra y a lo que nos obliga. Por moda, añadimos desde un punto de vista sintáctico a esta palabra, un modificador con su correspondiente enlace, resultando una expresión bastante oída: “educación en valores”.
Para sencillamente educar, o educar en valores tenemos que tener muy claro cuales son éstos y partiendo del principio universal más simple que es “ser persona” que es donde todos estos valores tienen sentido, deberemos ubicar cada uno de ellos dentro de un campo, dimensión o aspecto.
Hay que tomar conciencia de que algunos de estos valores pueden pertenecer a distintas dimensiones o campos a la vez.
Así dentro de la dimensión o aspecto ético deberemos fomentar: la honestidad, sinceridad, sencillez, receptividad, honradez, fidelidad, amistad. dignidad, responsabilidad, solidaridad, modestia, disciplina, respeto....
Dentro de otra dimensión o campo como puede ser el estético, deberemos fomentar: la creatividad, el concepto de espacio, la proporcionalidad, el orden....
Dentro de cualquier disciplina ya sea esta deportiva, manual o intelectual, primarán valores como: El orden, la disciplina, el tesón, el compañerismo, la amistad....
Sobre cualquiera de estos valores tenemos que actuar constantemente analizando las conductas de cada miembro en las distintas situaciones que se nos presentan. No sólo es importante que realicemos análisis en los centros educativos dentro de las clases de ética o moral, de religión, en las puestas en común o en las asambleas de clase, sino también y por qué no, en la familia. Debemos romper y rompemos de esta forma con la falta de diálogo y comunicación que hoy día tenemos. Podríamos escribir largo y tendido sobre cada uno de estos valores pero no es el caso de este artículo y me limitaré sólo y exclusivamente a definirlos tal como lo hace el diccionario.
AMISTAD: Afecto desinteresado entre las personas.
ARMONÍA.- Valor estético que te faculta a conseguir manejar una conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con otras.
CREATIVIDAD: Facultad de componer o crear algo nuevo de un modo libre o sujeto a cánones.
DIGNIDAD.- El que posee seriedad y nobleza en la forma de comportarse, es íntegro, tiene decoro y honradez.
DISCIPLINA: Valor que posee el que es capaz de someterse a un conjunto de leyes o reglas.
CONCEPCIÓN ESPACIAL.- Virtud de visualizar o situar en la mente en tres dimensiones objetos que están en un plano y ubicarlos con equilibrio y simetría. Capacidad para trasladar a un espacio virtual o imaginario bidimensional o tridimensional cualquier ente.
Dentro de la dimensión o aspecto estético deberemos fomentar: la sensibilidad, creatividad, la proporcionalidad, la concepción o percepción espacial, la armonía, el orden, el ritmo...
FIDELIDAD: Valor ético del que es leal y tiene entrega constante.
HONESTIDAD: Según la RAE, es ser: Decente, decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo, recto honrado.
HONORABILIDAD.- Virtud del que posee cualidades que le hacen acreedor al respeto de los demás.
HONRADEZ: Manera de obrar de quién no engaña ni defrauda y cumple con sus deberes profesionales.
Dentro de la dimensión o aspecto ético no es más que compostura en la conducta moral y social.
MODESTIA: El que no se jacta de si mismo ni se rodea de lujos u ostentación y se muestra y expresa con naturalidad
ORDEN: Conjunto de reglas, modo o protocolo que se observa para realizar cualquier actividad tanto intelectual, manual o física.
PROPORCIONALIDAD.- Valor que te capacita para relacionar las partes con el todo; colocar y distribuir objetos en un espacio con equilibrio y simetría. adecuar un todo y sus partes con un fin estético.
RECEPTIVIDAD: Valor que posee el que recibe o puede recibir. Que se está abierto y admite propuestas y consejos, que sabe escuchar y asimilar.
RESPETO: Consideración hacia las personas, sus opiniones y sus actos siempre que estas no infrinjan principios fundamentales. Consideración hacia el medio ambiente, los animales y las cosas. consideración al orden establecido, instituciones...etc.
Hay que distinguir entre lo que es respetar, y lo que es estar de acuerdo o conforme con. Se puede respetar pero no estar conforme.
RITMO.- Orden y proporción en el espacio y en el tiempo. Orden acompasado en la sucesión de estímulos visuales, auditivos, sensoriales y perceptivos en general.
RESPONSABILIDAD: Es la capacidad de compromiso de una persona para con los problemas que tiene planteados.
Capacidad de compromiso de una persona con el entorno, la sociedad en general y concretamente con el grupo social al que pertenece.
Capacidad para aceptar o preveer con antelación las consecuencias que puedan derivarse de un hecho realizado libremente y asumirlas.
SENCILLEZ: Valor que tiene la persona que va sin artificio, sin ostentación, malicia ni doblez. Que no ofrece dificultad en las relaciones ni en el trato.
No debe confundirse con “INGENUIDAD” a la que se llega sin praxis cuando no analizamos las distintas situaciones por las que podemos pasar.
SENSIBILIDAD. Dentro de la dimensión o aspecto estético es la facultad de sentir de compadecerse, de ser tierno, de emocionarse o vibrar con lo bello.
SIMETRÍA.- Correspondencia exacta en tamaño, forma y/o textura de las partes de un todo en relación a un eje, a un plano o a un punto o centro.
SINCERIDAD: Valor que posee el que es veraz y no tiene hipocresía. Se dice de la persona franca leal, honrada, que se expresa y comporta con veracidad y sin fingimiento.
Valor ético que posee el que es veraz, sin hipocresía.
SOLIDARIDAD: Valor que consiste en la capacidad de adherirse circunstancial o permanentemente a una causa o empresa que lideran otros. El que se une a una causa es solidario.
No aparecen en la relación alfabética expuesta con anterioridad todos los valores que son, pero si son todos los que están.
Espero que esta llamada de atención nos haga recapacitar sobre las conductas conflictivas que se suceden no sólo en los más jóvenes sino en la sociedad en general. Situaciones que nos desbordan y en gran medida nos asustan llevándonos a expresiones catastrofistas.
Todo es mucho más sencillo cuando nos aplicamos y se aplica sistemáticamente a un individuo en particular o a un grupo social, trabajando y analizando en el día a día desde un principio estos valores, partiendo de lo fundamental, “el ser persona”, que es donde éstos adquieren todo su sentido sin dejar nada al libre albedrío e improvisación.
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