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Durante gran parte de mi vida como docente he estado preocupado por facilitar al alumnado de cualquier edad el reconocimiento y localización de los sonidos en el pentagrama de la forma más cómoda posible.
Para eliminar el tedio que supone para el alumnado el mero aprendizaje de los sonidos y su localización en el pentagrama dentro de lo que llamamos lenguaje musical, y al objeto de motivar su interés, he utilizado el color en algunos de los grupos de alumnos durante mis clases. Al comparar unos grupos con otros observé lo siguiente:
Que en los grupos en los que aplicaba el recurso del color el aprendizaje era más rápido que en los que no utilizaba este medio.
Que el tanto por ciento del alumnado que era capaz de leer utilizando el color era mucho más elevado que el de los alumnos de los grupos en los que no lo utilizaba.
Los alumnos pertenecientes a los grupos en los que aplicaba el color mostraban más interés y estaban más motivados durante el aprendizaje, que aquellos que pertenecían a otros grupos en los que no había puesto en práctica este recurso.
Los alumnos a los que aplicaba este recurso abandonaban por iniciativa propia el uso del mismo por maduración una vez que eran capaces de leer. Esto iba relacionado con la edad: sucedía en un periodo de tiempo cada vez mas corto dependiendo de la edad en la que se aplicaba. A mayor edad menor tiempo.
La diferencia en cuanto a resultados en grupos paralelos era bastante significativa. Suponía que al cabo del primer trimestre mientras que mas del 75% de los alumnos leía sin dificultad en los grupos donde se había aplicado el recurso, en donde no lo había utilizado, sólo alcanzaban a leer una minoría que a veces no llegaba ni al 25%.
Los alumnos con los que no utilizaba el color eran mas reacios a trabajar la localización de sonidos, se cansaban mucho antes y el esfuerzo que les tenía que pedir era mucho mayor.
El color prodigiosamente lograba que en una sola clase fueran capaces de leer sin dificultad, no cometiendo apenas errores en la identificación y localización de los sonidos que estábamos trabajando.
Por aquel entonces, asigné un color a cada sonido. Esta gama de colores que en un principio asigne a los sonidos y durante tanto tiempo traté de defender y justificar en cierto modo de una manera absurda, puedo hoy día, después de haber cesado en mi labor docente, sin temor a equivocarme, afirmar que lo de menos es el color que asignemos a cada sonido.
Por lo tanto, carece de importancia el color que asignemos a los sonidos. Lo importante es la forma de abordarlos, secuenciarlos y trabajarlos.
Como podéis observar en las ilustraciones que encabezan este artículo, os ofrezco la gama de colores que utilizaría hoy día caso de seguir en activo; hago hincapié en la importancia que sobre todo tiene la letra de la lección o canción para trabajar el lenguaje musical en nuestras clases.
Las letras de las lecciones-canciones, han sido concebidas para una cierta edad y pierden todo su valor resultando hasta ridículas si se aplican a alumnos que la han superado.
Es muy importante que el niño cante. La canción es un recurso que no necesita más que de la imitación y por lo tanto puede prescindirse en un principio de la engorrosa lectura musical que frenaría y haría aún mas tediosas las clases. Llegaremos a la lectura musical a través de las canciones. Utilizar otra letra que incluso puede elaborarse en la propia clase si se ha superado la edad cronológica para la que fue compuesta puede ser muy motivador y gratificante consiguiendo de esta forma un estímulo más para el aprendizaje.
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