Como
continuación a lo expresado en “Educar, pero gestionando las emociones” que
podéis consultar si os apetece en este blog, en: http://elinquietojubiladocristobal.blogspot.com.es/2016/06/educar-pero-gestionando-las-emociones.html,
y tratando de profundizar aún más sobre este tema y sobre todo lo relacionado con él, me veo en la
necesidad de abordar con la mayor claridad posible los conceptos de
personalidad, carácter y temperamento por la predisposición que cualquier
individuo tiene a ciertas conductas y consiguientes estados emocionales y como
consecuencia de ello, a sufrir ciertos padecimientos o enfermedades según a los
diferentes tipos a que pertenezca si no trabaja, lima y gestiona sus emociones,
sus características temperamentales, así como las acciones a que éstas nos llevan.
Llamamos
temperamento al conjunto de rasgos afectivos y motivadores ya sean estos heredados, es decir; genéticos, o bien congénitos; connaturales, de nacimiento.
Podemos decir que el temperamento es innato, su origen es genético y no es modificable.
El carácter es la
suma del temperamento o constitución heredada más los hábitos aprendidos. El
carácter es modificable
Denominamos
personalidad a un conjunto de características que hacen a cada individuo único.
La personalidad es modificable y la constituyen el carácter (temperamento + hábitos
aprendidos) sumado a su vez al comportamiento.
Desde 1959 se vienen
desarrollando estudios que tratan de demostrar la relación existente entre el
padecimiento de ciertas enfermedades con los distintos tipos de personalidad. Salvo
trastornos heredados, las enfermedades no son sólo producto de la fatalidad, son
fruto de las conductas y de la personalidad
y el temperamento de los que las desarrollan.
Lo que
pensamos, sentimos y hacemos moldea nuestra salud. Los cardiólogos Friedman y
Rosenman, catalogaron dos tipos de personalidad con características y conductas
bien diferenciadas que hacen aflorar en los individuos pertenecientes a ellas, conductas, sentimientos y emociones que les
llevan a descuidar ciertas áreas de su vida y los predisponen a ciertos
padecimientos.
La personalidad
de tipo A, cuyas características o notas
son: Agresivo, hiperactivo, egocéntrico, competitivo y frío; y la de tipo B, totalmente opuesta a la personalidad de tipo A
y cuyas características son: relajado, tranquilo, satisfecho, empático, cálido
y seguro de si mismo.
Si
profundizamos sobre las características de la personalidad de tipo A, vemos que:
EL SER AGRESIVO:
Es estar tenso, irascible, irritable. Cualquier situación por nimia que sea
puede desarrollar en los individuos de personalidad de tipo A, una agresividad
exagerada.
Individuos con
esta característica caen en conductas y
acciones como:
- Quitar valor
al trabajo de otros.
- Desacreditar
sus ideas.
- Desvirtuar el
éxito de los demás.
- Negar
atención y ayuda.
- Rayar la
violencia física.
- Ocultar sus
deficiencias culpando o descalificando a otros.
En general, la
agresividad te lleva a ser problemático, autoritario, dominante…
La ira, las
irritaciones, el mal humor, el ser hostil en líneas generales dan lugar a
estados emocionales que afectan a nuestro organismo negativamente dando lugar a
una serie de respuestas de tipo cardiovasculares y neuroendocrinas que
facilitan el desarrollo de la hipertensión y enfermedades coronarias.
EL SER HIPERACTIVO:
Es ser enérgico, impulsivo, apresurado, activo, auto-estresante.
Los individuos
con esta característica caen en conductas y acciones como:
- Realizar
muchas cosas en poco tiempo.
- Utilizar un
tono de voz alto.
- Tener siempre
prisa (que puede traducirse en no masticar bien, conducir muy rápido, expresarse
comiéndose palabras…)
- Faltarle
tiempo para todo (para este tipo de individuos el ocio y el descanso son pérdidas
de tiempo)
- Vivir a
contra reloj, que lleva a ser auto-estresante.
- No tomar
conciencia de sus errores, pues las prisas obstaculizan el autoanálisis y la
consiguiente solución de problemas.
- Realizar más
de una actividad a la vez…
La
hiperactividad lleva al estrés, a padecimientos estomacales como úlcera de
duodeno, debido a la ingestión rápida de alimentos y a su escasa masticación.
Puede desembocar esta característica
también en trastornos cardiovasculares, ansiedad e hipertensión.
EL SER EGOCÉNTRICO:
Es sentirse el centro de atención, el ombligo del mundo, presuntuoso,
narcisista, endiosado, egoísta, creído…
Los individuos
con esta característica caen en conductas y acciones como:
- Ser incapaz
de ponerse en lugar de los demás.
- Tener un
constante afán de protagonismo.
- Creer que sus
opiniones son las únicas válidas.
- Falta de
empatía y solidaridad.
- Escasas
relaciones fuera de las del trabajo.
- Ser
interesado…
El egocentrismo
lleva a los individuos al convencimiento de que sus propias opiniones e intereses son
más importantes que las de los demás.
EL SER COMPETITIVO.
Es ser ambicioso, obstinado, es querer destacar, sobresalir…
Los individuos
con esta característica caen en conductas y acciones como:
- El trabajo y/o
el gimnasio o deporte lo es todo.
- Prefiere la
promoción laboral a la crematística.
- El
rendimiento y los logros finales pesan más que la satisfacción de la actividad
durante su ejecución.
- Le cuesta
delegar responsabilidades o tareas en los demás…
Tienen una
personalidad propensa al estrés, a la ansiedad y a trastornos de tipo
cardiovasculares,
EL SER FRIO.- Es
tener dificultad para expresar emociones y sentimientos, es ser duro,
insensible.
Los individuos
con esta característica caen en conductas y acciones como:
- Rígido, seco
y concreto en sus relaciones con los demás y consigo mismo.
- En ellos no
tiene cabida la fantasía.
- Solo muestra
interés por el trabajo y sus logros.
- Muestra
desinterés por recuerdos de su pasado o por cualquier aspecto de si mismo si no
está relacionado con el trabajo.
El patrón de
conducta de tipo A, los factores de
riesgo que enumero por sus características como: trastornos cardiovasculares,
hipertensión, trastornos estomacales, enfermedad cardiaca, ansiedad… a los que
se pueden unir otros como mala alimentación, el tabaquismo, niveles alto de
colesterol LDL… facilitan que los individuos pertenecientes a este tipo, puedan
desarrollar con mayor facilidad una angina de pecho o un infarto de miocardio.
Todas estas
conductas y acciones podemos controlarlas; para ello, la intervención de educadores, psicólogos y
profesionales de la enseñanza es totalmente necesaria.
Termino este
recorrido por las características de los individuos con personalidad A, según
los cardiólogos Friedman y Rosenman. En él, sin animo de asustar,
autogestionando nuestras emociones, podemos llegar a valorar el papel que juega
la educación en todos los individuos. En
una próxima entrada daremos un paseo por las características del tipo B, según estos autores.