Ritmo, acento y compás
Hemos recorrido un largo camino para conseguir plasmar por
escrito la música. A lo largo de todos estos siglos hemos pasado por distintas
grafías entre las que caben destacar cuatro nomenclaturas: la alfabética, la neumística, la cuadrada y por último la
escritura redonda.
Dentro de éstas, han adquirido especial relevancia los
modos. los modos rítmicos a los que me referiré
mas adelante, y los medievales o
gregorianos que partiendo de la concepción del tetracordio griego, nos han
llevado hasta el sistema tonal en el que
sólo tienen cabida los modos mayor y
menor.
Por último cabe destacar la música seriada, la
dodecafónica, la atonal y las nuevas
grafías que aplicadas en un principio a algunas composiciones en concreto y a
un instrumento o instrumentos en particular, están abriendo nuevos espacios no
sólo en la interpretación sino en la forma de expresar por escrito las nuevas
creaciones.
En los modos rítmicos adquirían gran importancia para su
clasificación los valores largos y breves que dependiendo de su frecuencia,
alternancia y ordenamiento daban origen a seis modos rítmicos que iban desde el
tróqueo al espondeo y pirriquio.
Los modos en el medioevo estaban determinados por la
situación de los semitonos y por la extensión de las melodías. Existieron
cuatro modos auténticos y cuatro plagales.
Los modos a los que me estoy refiriendo son los
denominados Protus o modo primero,
Deuterus o modo segundo, Tritus o modo tercero
y Tetrardo o modo cuarto. Dependiendo de la situación de los semitonos y de su
nota base quedaban establecidos los ocho modos: Protus auténtico, protus
plagal, Deuterus auténtico, deuterus plagal…
La notación musical redonda y los compases.
A partir del siglo XVII, entre
1.650 y 1.750, se fijo el sistema
de notación musical tal y como hoy lo
conocemos. Dicha notación es la sucesora
de la denominada notación cuadrada; siendo conocida a partir de entonces y
hasta nuestros días como notación redonda.
Se define el compás desde ese momento como
la división de una serie de notas en tiempos de igual duración y la barra de
compás que no comenzó a usarse hasta finales del siglo XVII, en un principio
fue orientativa sobre todo para el músico que realizaba una lectura simultánea
de varias melodías.
En esta definición no se hace referencia alguna al acento
pero al referirse a una serie de notas que por fuerza representamos con figuras
musicales con distintas duraciones si se halla implícita una referencia al
ritmo.
El ritmo se encuentra en todo; en la propia naturaleza, en
los seres vivos y en todas las tareas y funciones vitales que estos realizan. En
el día y la noche; en nacer, crecer, reproducirse y morir; en las pulsaciones
del corazón; en las estaciones del año, en los desplazamientos de cualquier ser
vivo; en la respiración… en todo lo que podemos observar y realizar en la
naturaleza hay ritmo. Por lo tanto en cualquier serie de notas o seriación de sonidos, que no son mas que
melodías, se encuentra implícito el ritmo; el de sus distintas valoraciones.
El compás como agrupación de pulsos.
Con el discurrir de los años, la barra de compás se
convirtió en un poderoso regulador rítmico que agrupa un conjunto de pulsos y
los divide en partes o tiempos con al menos un acento musical.
El compás no ha sido indispensable hasta la aparición de
la música polifónica. En la música homófona, en la que las diferentes melodías
o voces suenan nota por nota a la vez en todas ellas, no es tan necesario el compás como en la ejecución de una obra polifónica a varias voces.
En una obra polifónica se necesita un sincronismo de estas
voces pues a parte de las distintas valoraciones de cada melodía es
imprescindible determinar cuando debe entrar, hacer una pausa o finalizar cada
una de ellas.
El acento.
El acento, es la parte o partes en la que se apoya una
secuencia rítmica o melódica con distintas intensidades. Podría decirse que es
la pulsación o pulsaciones que dan carácter a las secuencias rítmicas
o melódicas de cualquier tempo musical.
Son comparables al conjunto de sístoles y diástoles del corazón de un ser vivo que el intérprete expresa a lo largo de la ejecución de cualquier obra musical. Las percibimos como algo que imperceptiblemente suena más o menos fuerte. Al igual que en las palabras, en la música, observamos los acentos. En cualquier audición, primero localizamos el pulso y después, notamos que algunas de esas pulsaciones suenan con más o menos fuerza: estos son los acentos musicales.
Son comparables al conjunto de sístoles y diástoles del corazón de un ser vivo que el intérprete expresa a lo largo de la ejecución de cualquier obra musical. Las percibimos como algo que imperceptiblemente suena más o menos fuerte. Al igual que en las palabras, en la música, observamos los acentos. En cualquier audición, primero localizamos el pulso y después, notamos que algunas de esas pulsaciones suenan con más o menos fuerza: estos son los acentos musicales.
Medición musical y teología.
Los teóricos de la música mensurábilis aplicaron criterios
“matemáticos-teológicos” en el que la
importancia del número tres, se relaciona con la teología pues el numero tres,
para los teóricos de ese tiempo, indicaba el misterio de la Santísima Trinidad ,
y la medida musical ternaria era la perfecta porque el número tres, es el
número perfectísimo tomando este nombre (tres)
de la “Santísima Trinidad” que es la verdadera perfección.
Se emplearon signos para indicar los distintos compases.
El círculo para indicar las divisiones ternarias o “perfectas” ya que el
círculo al no tener principio ni fin es la figura perfecta. Un círculo
incompleto una “C” se utilizó para indicar el ritmo binario o “imperfecto”.
Este símbolo, la “C” ha llegado hasta
nosotros para indicar el compás de compasillo o compás de cuatro tiempos.
El cómo introducir al alumnado en todo esto, sería cuestión
de otra entrada, pero en resumidas cuentas, se deberá realizar mediante el análisis de frases
cortas y estrofas preferiblemente de arte menor, contando el número de sílabas
de sus versos y determinando el tipo de rima: si esta es asonante o consonante.
Una vez realizado lo expuesto en el párrafo anterior confeccionaremos
el esquema rítmico y elegiremos el compás que venga mejor a los referidos textos o versos.
Espero una vez más abrir vías para trabajar con el alumnado
conceptos tan importantes como pulso, ritmo y acento.