A lo largo de mi vida profesional he pasado por distintos Centros educativos y en la mayoría de ellos había un kiosco junto a la puerta de acceso.
No voy a entrar en elucubraciones y consideraciones acerca del por qué de esos permisos por parte de cada Ayuntamiento a los dueños de estos despachos de chucherías, dulces, y tabaco. Sus razones tendrán tanto el Sr. Alcalde de la localidad, como los miembros de la corporación Municipal, cuando después de estudiar las solicitudes presentadas y las circunstancias que se aducen en cada una de ellas, conceden a una familia un medio para ganarse la vida.
Siento discrepar con la ubicación de estos pequeños establecimientos pues no me parecen indicadas las concesiones de estos kioscos justo a la entrada de los Centros de Enseñanza. Ante todo debo manifestar mi sorpresa por el lugar en el que se sitúan desde un punto de vista educacional pues desde el punto vista comercial dicha ubicación es inmejorable.
Es difícil el acceso de cualquier alumno a un Centro de enseñanza sin detenerse a comprar al menos un paquete de la amplia gama de chucherías y golosinas que estos kioscos ofrecen. Más, al estar en la puerta de entrada de Colegios e Institutos, pues la tentación es tremenda para todo un alumnado que tiene que pasar ante ellos sin más remedio.
Desde un principio me ha acompañado una sensación de perplejidad ante despropósito de tal magnitud. Por un lado se enfrenta mi razonamiento ante un gran dilema: el beneficio que dicho Municipio ofrece a una familia y el perjuicio que causa a toda una comunidad de individuos en edad escolar. Uno y otro, beneficio y perjuicio, conviven y se complementan como causa y efecto, ya que la existencia del primero lleva aparejado en potencia una serie de problemas a un gran número de niños y adolescentes de esa localidad.
El Ayuntamiento, concede a uno de los miembros de una familia generalmente al cabeza de ésta (padre o madre) un puesto de trabajo y un medio de subsistencia digno que por una u otra razón no podría obtener de otro modo, debido por regla general a excesiva carga familiar o a impedimentos de diversa etiología. Dicha concesión repercute de esta forma positivamente en todos los componentes de dicha familia que al atender dicho despacho por varios de sus miembros durante la jornada escolar y a lo largo de todo el día, ve solucionada de este modo toda su problemática. Pero, por otro lado, no entiendo como ofrecemos a todo un colectivo menor de edad, una tentación casi imposible de superar y que puede repercutir negativamente en su salud aunque sea a largo plazo.
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Teníamos por aquel entonces, me traslado a la década de los noventa que abrieron sus puertas a los 2000, una lucha con el alumnado para que hicieran un uso racional de las mercancías que podían adquirir en esos kioscos, comentándoles las sustancias que se ingerían y la problemática que nos podía plantear un consumo excesivo e irracional. No les prohibíamos comprar pero si les pedíamos y machacábamos que no podía ser un diario.
Hoy, desde una óptica de observador, alejado de las complicadas tareas que nos depara la enseñanza, y a salvo de toda responsabilidad en primer plano no puedo desde esta tribuna hacer mutis ante todo esto cuando veo con preocupación que la ingesta de chucherías y bollería industrial es un diario.Debo hacer constar que no tengo nada en contra de los kioscos sólo intento advertir de lo negativo que puede llegar a ser para los más indefensos de la comunidad escolar, los alumnos, la adquisición sin medida y cotidiana de estos productos.
Mientras corren los días de noviembre de 2009, oigo hablar constantemente en todos los medios de comunicación sobre las excelencias de la dieta mediterránea, criticando a las familias que utilizan preferentemente por simple comodidad o por cuestiones de falta de tiempo los productos de la bollería industrial como los únicos e imprescindibles para los desayunos de sus hijos en los recreos, cuando es más aconsejable utilizar una o dos piezas de fruta según su tamaño y un pequeño bocadillo.
Entiendo que esto es más complicado y laborioso que el simple hecho de dar a sus hijos el dinero para adquirir su desayuno en el kiosco cercano al colegio. Es realmente difícil en la mayoría de los casos cuando trabajan ambos progenitores, conjugar la jornada laboral con la jornada escolar de sus hijos, para prestar a estos la atención debida en cuanto a alimentación se refiere sin echar mano diariamente de productos industriales que utilizados regularmente y no en todos los casos por comodidad, pueden producir en nuestros hijos mas perjuicios que beneficios.
Estos medios de comunicación también arremeten abiertamente contra los comedores escolares estableciendo en un 65% los que no cumplen los requisitos de una alimentación saludable en sus menús según se desprende de las noticias aparecidas recientemente en la prensa diaria.
Es importante el consumo de los guisos tradicionales en el que las legumbres como lentejas, alubias y garbanzos así como el uso del aceite de oliva obtenido por medios mecánicos junto con el pescado azul, verduras y frutas frescas sean los componentes de la variedad de platos que compongan nuestro menú.
No obstante, a lo largo del día los alumnos toman aperitivos salados y chucherías a las que no ponemos ninguna cortapisa. Muchos de estos aperitivos salados y dulces como las patatas chips, patatas fritas, palomitas, galletas... y casi todos los productos de bollería y pastelería industrial tienen un alto porcentaje de grasas “Trans”. Estas grasas son generalmente nocivas para la salud y una de sus cualidades es la de potenciar los sabores que las hacen más apetitosas a la vez que aumentan nuestro colesterol malo: el conocido por LDL.
El consumo habitual de estos productos llega a establecer en nuestro organismo un padecimiento crónico del colesterol malo disminuyendo el HDL o colesterol bueno. Estas grasas "trans", son producto del proceso de solidificación de grasas vegetales en la industria de la alimentación y se obtienen a partir de la hidrogenación de los aceites vegetales pasando a ser de grasas insaturadas beneficiosas para el cuerpo humano a poseer ácidos grasos trans que son mas perjudiciales para la salud elevando entre otros el colesterol malo LDL y los trigliceridos.
Todas la golosinas (gominolas, chicles, caramelos...) así como los dulces tienen un alto porcentaje de azúcares, grasas, aditivos y colorantes. Estos últimos, los dulces, contienen grasas vegetales y animales llamadas grasas saturadas que aportamos a nuestro organismo al consumirlas y que aumentan nuestros niveles de colesterol.
Otras chucherías como las pipas de girasol, pipas de calabaza, patatas fritas , frutos secos fritos, cortezas... contienen exceso de sal a la vez que grasas y aceites potenciando estas dos últimas también su poder calórico.
Creo que es de suma importancia el profundizar sobre todo lo que a alimentación se refiere para de esta forma procurar a nuestros hijos, lo mejor que es lo que todos deseamos.
Podéis profundizar y consultar Webs y blogs relacionados con el tema en las siguientes direcciones:
http://peqpandilla.blogspot.com/2009/10/orientaciones-las-chucherias.html
http://www.aepap.org/familia/chucherias.htm