¿Es todo programar e impartir clases?
Continuando con el análisis, vemos que el
profesorado tiene que atender no sólo a
programar e impartir la asignatura o asignaturas que tenga en su horario, sino
que al estar nuestro sistema educativo plagado de exámenes, léase, controles
semanales o quincenales, preevaluaciones y evaluaciones con todo lo que esto conlleva, pues, a parte de
los informes que deben presentarse a la administración, hay que elaborar y
asistir a las reuniones del propio Centro; como son: Claustros, Reuniones de
Departamentos, Juntas de preevaluación y evaluación, Consejos de dirección,
Consejos escolares… elaborar informes
colectivos e individuales, planificar la
atención a la diversidad, atender las visitas de padres…etc.
Mucho más que un ingente papeleo.
Con todo
lo expresado anteriormente, estamos ocupando al profesorado en una ardua tarea
evaluativa, en un trasiego ingente de papeles y de informes, sin llegar a las múltiples facetas que la tarea
docente nos presenta en el día a día y
que podéis ver en: El día a día de los profesores
explicado de forma magistral con cuadros clásicos.
Dejando aparte la extensa
información que nos aporta el vínculo y
siguiendo con lo que estábamos desarrollando, vemos que en el fondo toda esta
tarea evaluativa y administrativa, no sirve más que para ver y por supuesto
informar qué es lo que los alumnos han aprendido. Si ahondamos un poco más nos damos cuenta que todo
queda en: se hace el examen, prueba o control, se corrige y se devuelve a los
alumnos para que los padres lo firmen y éstos lo devuelvan al profesor.
Si todo se queda en este
ir y venir, pues nos apremia seguir con el programa, es un gasto de energías
considerable para sólo reflejar en un papel quienes lo han o no superado
mientras abandonamos otras tareas
fundamentales para la formación integral de los alumnos.
¿Aprender, vomitar, olvidar y eliminar?
No tiene sentido que el
profesorado esté controlando continuamente y eliminando materia para cumplir el
programa en su totalidad. Ni por supuesto, que el alumnado aprenda unos contenidos,
los vomite y los olvide.
Si se aprenden unos
contenidos, se vomitan, se olvidan y se eliminan. ¿Qué es lo que estamos
haciendo?
Fabriquemos un nuevo sistema educativo.
Se aprende a través de la
experiencia, y tras la experiencia, reflexionando con los alumnos sobre lo que
hemos hecho, para qué lo hemos hecho y sacando las conclusiones de lo que hemos
aprendido.
construir estos instrumentos supone la participación de los departamentos de música, plastica, tecnología... |
Con esto se consigue que
el aprendizaje sea completamente significativo. A este proceso se le conoce con
el nombre de “metacognición” más allá del mero dato o el mero concepto.
No trabajaríamos las
asignaturas encajonadas en departamentos estancos, sino que los proyectos o
retos a realizar, al ser multidisciplinares, tendrían que ser llevados a cabo
por varios departamentos.
Si lo hacemos
así, aprender sería divertido y con sentido. Todos los juegos, los retos, los
experimentos, los proyectos y los
enigmas estarían diseñados por especialista para un aprendizaje significativo.
Con ellos, los alumnos descubrirían la utilidad de los conocimientos para
resolver cualquier desafío. Los profesores, acompañantes y guías.
La información necesaria y el aprendizaje teórico que completan los distintos departamentos atienden a una formación integral. |
¿Sabéis que dijeron los alumnos a la
profesora de la encuesta?
Al referirles todo esto, ¿Sabéis lo que me dijeron mis alumnos al oír
como sería el colegio con el que sueño?
–Seño, ¿Por qué no montas tu propio colegio?
–Te quedarías sin plazas corriendo.
–Todo el mundo querría ir a tu colegio.
– ¡Vamos, yo iría!
– ¡Y yo!
– ¡Y yo!
– ¡Y yo!
Lo decían con ilusión.
El sistema educativo está obsoleto. Las leyes educativas, más
inestables que la nitroglicerina, no ayudan a los docentes. Entorpecen su trabajo
obligándolos a perder el tiempo que deberían dedicar a diseñar o adaptar
actividades y proyectos para sus alumnos, en absurdos papeles que no les
sirven, ni sirven a sus alumnos, ni sirven a nadie porque nadie los lee. Lo que
realmente les sirve a los alumnos es lo que compartimos con ellos cada día y no
lo que escribimos en los absurdos papeles; programaciones, unidades didácticas,
actas de reunión, informes individualizados, adaptaciones curriculares y un
largo etc.
El profesorado ve sobre todo
en Secundaria como año tras año se degrada el comportamiento, el interés
por las materias y la consideración hacia el cuerpo de profesores en general.
En la franja comprendida entre 11
a 14 años, interrumpen constantemente, se levantan de su
sitio sin motivo justificado, charlan… creando un clima nada favorable en el que el profesorado pasa más tiempo
haciendo de policia, detective o juez que dando clase, por lo que a duras penas
puede exponer y terminar lo planificado. Al salir del aula roza el agotamiento, la
frustración cuando no sale con dolor de
oídos, de cabeza y de garganta.
¿Hay un sólo culpable?
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