lunes, 1 de abril de 2013

Facultades del ser humano. Las facultades superiores. Actitudes y aptitudes.





Vocablos como facultades, actitudes y aptitudes, que componen el título de esta entrada,  son manejados constantemente  en el cotidiano quehacer docente.   

Con frecuencia en nuestra sociedad  llegamos a desenvolvernos alrededor de estos vocablos tal como si estuviésemos  en una nebulosa, confundiendo  lo que son facultades y actitudes. Facultades no son más que las capacidades o poderes que adornan al ser humano  y las actitudes no son más que posturas o disposiciones de ánimo.

El diccionario de la Real Academia nos dice que aptitud es la capacidad para desenvolvernos y operar competentemente en una determinada actividad como: un negocio, una industria, una actividad artística…  y actitud,  es  una postura del cuerpo o del ánimo o ambas a la vez ante cualquier situación,  tarea o trabajo a realizar.  Entre las actitudes podemos enumerar diversos tipos: la actitud indolente; una actitud graciosa; una actitud amenazadora; una actitud pacífica; una actitud beligerante; una actitud benévola…







Con las actividades escolares, la realización de las tareas que de ellas emanan, el diálogo y la disciplina tanto de los Centros docentes  como de la familia a  las que sometemos a  los discentes,  llegamos a desarrollar en ellos las facultades superiores propias del ser  humano.

Potenciamos el raciocinio, función compleja de la inteligencia  por la que  encadenamos  pensamientos, analizamos sucesos y como consecuencia tomamos decisiones y posturas frente a la vida.

Fortalecemos la voluntad, facultad del ser humano que permite el gobierno de nuestros actos, el que decidamos con libertad y podamos escoger una forma responsable de comportarnos a la vez que activamos funciones concretas de ésta como el espíritu de trabajo, el autodominio, el espíritu de sacrificio, el tesón, la constancia…

Por último activamos la conciencia,  y con  esta facultad, las funciones que de  ella emanan y que adornan al ser humano como  la  integridad, la honestidad, la nobleza…





    
Junto con la voluntad desarrollamos también la atención puesto que la observancia de unas normas mínimas  para la elaboración de las tareas escolares  y  utilizar  tanto  la numeración  como  la escritura en general adaptándola a las cuadrículas, rayas y dobles rayas debidamente, desde pequeños,  nos lleva a fijar nuestra atención. 

El alumno que realiza los trabajos de cualquier forma sin aprovechar el tipo de soporte en el que los elabora, esta infrautilizando dicho soporte  pues no lo emplea con la finalidad para el que ha sido creado y por supuesto no estimula debidamente las facultades que con él puede desarrollar.

Por el contrario, cuando el alumno sigue todas estas normas, está desarrollando las facultades del ser humano entre las que podemos destacar unas superiores como la voluntad, la inteligencia, la conciencia y otras subordinadas a éstas o secundarias, entre las que se encuentran: la  atención, la memoria,  la sensibilidad, la imaginación, la constancia …

En esta entrada, centrado exclusivamente en las facultades superiores, obvio las facultades subordinadas o secundarias para no extenderme demasiado y termino concretando a modo de resumen mis reflexiones sobre lo que son estas facultades superiores definiendo cada una de ellas

Así podemos expresar que:

La inteligencia es la capacidad de relacionar los conocimientos que poseemos para  llegar a entender,  asimilar, elaborar y dar solución a determinadas situaciones o problemas.

La voluntad, es el poder de elección o facultad de decisión con entera libertad de un individuo,   encaminada a conseguir unos objetivos,  superando cualquier dificultad tanto física como anímica.

 La conciencia es la facultad superior que nos hace percibirnos en el mundo y capacitarnos para distinguir el bien del mal,

Conseguir que seamos disciplinados,  capaces de seguir unas normas o pautas, estimular el grado de atención, la constancia, el orden, la limpieza, la paciencia y junto con esto el afán de superación, el espíritu de lucha,  la honestidad, la nobleza, el tesón …   en definitiva desarrollar las facultades humanas, es una tarea apasionante de la que todo educador acaba enamorado.   

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