jueves, 27 de agosto de 2015

El coco del radicalismo. ¿Cataclismo ideológico? ¿Nuevas formas de pensamiento?

¿Hacia dónde vamos y por qué?

Algunos políticos tachan de radicalismo a todos aquellos que no piensan como ellos y  toman decisiones que afectan o pueden afectar al hábitat  político-económico donde están acostumbrados a desenvolverse.





Es aún más radical el ver radicalismo en todos los que ofrecen nuevos caminos, fórmulas distintas a las empleadas hasta ahora que sin duda entrañan riesgos. Riesgos que hay que asumir  cuando lo existente no llena ni satisface a una mayoría ciudadana desencantada y no votante que llega al 40% y  a otra mayoría dividida votante y disconforme que sumada a la mayoría de afines al proyecto político actual, completan el 60% restante.

Las izquierdas divididas por cuestión de matices son a lo largo de la historia y concretamente en la actualidad  las formaciones políticas perdedoras. Deberán en la actualidad hacer a un lado todo este cúmulo de matices, escapar de la esclavitud doctrinal e ideológica y dedicarse a dar soluciones a los distintos colectivos y personas más que a cuestiones  dogmáticas y de principios políticos  si no quieren seguir en el bando de los que no consiguen nada.


Educación, sanidad, trabajo... e incluso la democracia en general deteriorados.

La mayoría absoluta y la crisis que aún padecemos han contribuido a que el partido en el poder sin ningún miramiento hacia su pueblo del que es servidor, tome decisiones políticas, que entre otras causas nos han llevado a perder una serie de logros sociales y laborales que fueron fruto de muchos años de lucha de la clase trabajadora, dinamitando gravemente todos los sectores entre los que cabe destacar educación, sanidad, justicia,  agricultura… haciendo oídos sordos al malestar de una gran parte de la sociedad y a sus innumerables críticas.




Y digo crisis que aún padecemos porque no son los indicadores macroeconómicos los que marcan su finalización, sino la sociedad en general que ve como su célula fundamental, la familia, aún sufre con el paro de todos o algunos de sus miembros, con los desahucios, con empleos a tiempo parcial y mal remunerados, con su escaso poder adquisitivo que las obliga a dejar casi vacía su despensa para tener acceso a un poco de agua, gas y luz para no ir dando tropezones y tiritones durante la noche.

No puedo dejar en el tintero la época estival, donde poner ventiladores y acondicionadores que nos hagan más llevadera las altas temperaturas que sufren con insistencia muchas ciudades y pueblos de algunas de nuestras comunidades, es del todo impensable.

No quiero entrar ni por supuesto analizar algunas de las facturas energéticas entre las que se lleva la palma la factura de la luz y la cantidad de impuestos que la gravan.

Y digo dos párrafos mas arriba, un poco de agua, gas y luz porque con ninguno de estos bienes podemos ser auto-generosos.  Pues estar  todos los miembros de una familia en invierno desde que oscurece hasta irse a la cama en una habitación,  abrigados y envueltos en mantas viendo la televisión y conectando un brasero o estufa de higos a brevas, no es hacer un gasto generoso  ni despilfarrador de energía, esto es estar sumidos en la pobreza energética.

Lo mismo puedo decir del agua y el gas si es con este último con lo que calentamos el agua de la ducha; ésta tiene que ser rápida y poco abundante si no queremos que la factura de uno y otro cercene toda posibilidad de juego económico.



   


En un abrir y cerrar de ojos, lo que costó décadas en conseguir, ha desaparecido como por arte de magia creándose un abismo aún mayor entre pobres y ricos, habiendo crecido el número de pobres pero  con la particularidad de que aún lo son más, mientras que los ricos, cada nuevo día que continuamos en esta situación, van siendo mucho mas ricos.


Trabajo y expectativas personales.

El trabajo aunque indispensable y necesario ha dejado de ser un medio de realización personal pasando a considerarse hoy, una actividad en un alto porcentaje, alienante, carente de ilusión para los individuos, en el que no se alcanza la posibilidad de promocionar ni en el campo profesional, ni en el social ni por supuesto en el personal, ya que se da en él, un sometimiento a normas impuestas para preservar intereses ajenos al propio trabajador.

Aunque a nivel mundial las técnicas de producción y la automatización del trabajo han contribuido a la reducción de la jornada laboral, concretamente en nuestra Nación-Estado, España, se mantiene una amplia jornada laboral, pues se considera más importante por parte de la patronal la presencia del trabajador en su puesto de trabajo que la efectividad de éste en una jornada más reducida.

Esto hace que se dinamite la vida familiar, al no tener tiempo para ocuparse de los hijos, ya que cuando llegas a casa éstos ya están dormidos y cuando te  incorporas a él aún no se han levantado. Tampoco se puede gozar de tiempo para dedicar a la  pareja y el escaso del que se dispone, hay que utilizarlo en faenas del hogar compartidas, comprar, cocinar, limpiar…etc.

Todo lo expuesto añadido al hecho de que los responsables políticos ante problemas acuciantes y su solución miren hacia otro lado, justifiquen lo injustificable, promulguen leyes que cercenan o limitan cualquier movimiento de protesta ante situaciones que atentan contra la dignidad de las personas, que las políticas empleadas vayan encaminadas a favorecer a las entidades financieras,  que se blinden por los cargos que ostentan a cientos de ciudadanos otorgándoles privilegios como el aforamiento, que prescriban muchos delitos a los que no se puede por falta de recursos juzgar con diligencia… 

Todo esto y mucho más, es lo que ha movido a una gran parte de la ciudadanía a plantearse un nuevo modelo de sociedad y  de participación en los problemas que nos atañen habiendo dado lugar a  la aparición de partidos o fuerzas políticas emergentes con unos presupuestos y miras distintas a las ya existentes.


¿De qué nos extrañamos?

El cúmulo de despropósitos que nos baña, ha llevado a que jóvenes y no tan jóvenes salgan  del letargo en que estaban sumidos y espoleados por agrupaciones y  movimientos ciudadanos que propugnan formas y fórmulas más democráticas para abordar la problemática social y laboral  hayan dado lugar a nuevas formaciones políticas a nivel nacional que se han constituido en partidos.

Estos partidos emergentes han sido ya un motor de cambio no sólo social, sino también político; ya que han contribuido a que planteamientos que  con anterioridad eran impensables, partidos en el poder los estén a su modo incorporando en sus planteamientos públicos cara a las próximas elecciones.


El tiempo y el cumplimiento o no de lo prometido, una vez conseguida su elección les dará o quitará la razón; todo lo demás es especular.

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