martes, 21 de febrero de 2012

La Torre Pelli. El rascacielos de la polémica.






Desde hace un par de años  se recrudece una encendida e inacabable  polémica  sobre la construcción de un rascacielos en Sevilla. Los detractores de esta iniciativa esgrimen el hipotético impacto negativo de dicha Torre, sobre el Alcázar, Catedral y  Archivo de Indias; monumentos éstos incluidos en la lista del patrimonio mundial de  la humanidad.

Dicho impacto negativo al parecer queda recogido en el informe que Icomos, órgano asesor de la UNESCO, presentará al comité del patrimonio mundial de dicha organización, que se reunirá el próximo mes de Junio de 2012, en la ciudad de  San Petersburgo (Rusia),

Se ha llegado a decir por sus detractores lo siguiente: que la única justificación para construir un rascacielos es que sea indispensable por falta de suelo disponible. Que es un pegote que quita protagonismo a la Giralda. Que la  altura de la torre afecta a la servidumbre del aeropuerto… y, entre sus defensores, surgen también comentarios como: que no debemos quedarnos anclados en el pasado,  que este edificio está llamado a ser uno de los nuevos emblemas de la Sevilla contemporánea…

Sin entrar a enjuiciar las frases rimbombantes que han surgido tanto en  contra  como a favor de esta iniciativa, ni a analizar las amenazas que pesan sobre la ciudad en cuanto a la caída de los referidos monumentos de dicha lista si se sigue con la construcción de dicho rascacielos,  ni  por supuesto acercarme a  valorar  lo oportuno  o no del proyecto a pesar de la aguda y sostenida crisis económica que estamos atravesando, me centraré en el hecho en si.

Todo lo que el hombre crea, construye, edifica…  constituye un producto fruto de un esfuerzo  y dedicación que al materializarse en un tiempo o época determinada, queda como  testigo,  huella o muestra para el futuro.

Por regla general en estas nuevas obras, se conjugan todos los conocimientos heredados hasta el momento por el hombre con los últimos avances técnicos, a los que se une  la utilización de nuevos materiales. El mero hecho de ser un  nuevo ente que se añade a todo lo que existe contribuye a que  no reste, sino que por el contrario y sin ningún género de dudas sume.

Todo lo creado por el hombre se materializa en una obra nueva que llena nuestro mundo, nuestro espacio, y que por supuesto, enriquece a su autor así como al entorno donde surge y se ubica; pero cuando la obra es faraónica, su impacto se hace más ostensible enriqueciendo no solo a sus creadores y a los diferentes equipos de trabajo que logran hacerla realidad sino también a la sociedad que la acoge y apadrina haciéndola suya e integrándola en su espacio vital.

Lo que el hombre construye no lo hace para enfrentarlo o compararlo con lo que está realizado con anterioridad; ni por supuesto, hace cábalas sobre la posibilidad de que lo existente pueda perder protagonismo al cotejarlo con lo nuevo que se va a realizar o  se está realizando.

Ninguna obra nueva en cualquier campo de la cultura  ha hecho perder protagonismo a las existentes con anterioridad.  En la pintura, por poner un ejemplo, Picasso o  Dalí, no han hecho perder protagonismo a  Velázquez,  Murillo,  Zurbarán … Lo  mismo podemos decir del complejo arquitectónico del que emergerá “La torre Pelli” que no va a quitar ningún protagonismo a la Giralda, bellísima torre construida a finales del  siglo XII, por los almohades que ganaría aún mayor altura hasta  llegar a los 101 metros cuando se le añadió en la segunda mitad del siglo XVI la parte renacentista de su campanario y se coronó con la famosa veleta “el Giraldillo”.

La Giralda, Torre de planta cuadrada levantada sobre cimientos formados con restos de edificios y sillares de la Sevilla romana, nos permite acceder a su  campanario renacentista después de recorrer  un angosto pasillo con diecisiete escalones que el visitante encuentra cuando ha completado las 35 rampas de mayor anchura, por las que puede subir sin ninguna dificultad un jinete a caballo, como parece ser que lo hacía el almuecín encargado de convocar a oración a  la población musulmana  cuando aún esta torre era el alminar de una mezquita. 

La Torre Pelli, edificación que va ganando semana a semana altura, es de planta elíptica.  Cuando esté terminada tendrá 40 pisos y tres sótanos y una altura de 178 metros.  En su fachada se utilizaran el vidrio y el acero así como lamas de cerámica verticales y horizontales  para protegerla del fuerte sol del verano y regular o disminuir la temperatura interior durante esta estación tan calurosa.  Será un edificio que será autosuficiente en cuanto a energía debido a las placas fotovoltaicas que tendrá repartidas por su fachada y será el primer edificio  que  a nivel mundial combinará vidrio, acero y cerámica.  Pero el descomunal proyecto del que surge la torre, alberga bajo ella,  un enorme aparcamiento subterráneo que unos  cifran en 2700 y  otros en 3066 plazas, con lo que sería el mayor aparcamiento subterráneo de toda Andalucía. En la superficie, dicha torre se encontrará flanqueada por dos edificios comerciales de 3 y 4 plantas  cuya cubierta será de formas ondulantes y en los que se albergarán oficinas en los pisos superiores y comercios a pie de calle. En las cubiertas de estos dos edificios predominará lo vegetal y constituirán dos alargadas zonas ajardinadas que se extenderán atravesando los 59000 m2 de superficie de la parcela sobre los que se desarrolla toda la obra y que servirán como regulador climático de la misma.  Los dos edificios   estarán enfrentados  y separados por una calle que en sus extremos terminará en dos plazas; en una de ellas estará situada la torre y en la otra comercios y establecimientos de ocio con  veladores. Todo el complejo será autosuficiente también en agua que recogerá de la lluvia y almacenará en unos pozos para el regadío de las amplias zonas ajardinadas y para la limpieza de todo el conjunto. 

Puede obtener más información en las siguientes direcciones:

Gracias a la realización de esta obra un número importante  de empresas han mantenido  los puestos de trabajo que de otro modo habrían desaparecido junto con ellas debido a la inactividad en que las sume el momento que vivimos.  No gastemos fuerzas sólo en discutir sobre un hecho que tiene a su favor en estas fechas de destrucción de empleo  no sólo el  de haberlo generado, sino también el de mantener la actividad de parte de nuestra población en edad de trabajar;  consumámoslas más bien en generar nuevas actividades que conduzcan a  esa tan ansiada  creación de empleo.

La discusión. que se convierte en diatriba cuando genera o raya el insulto de una de las partes  hacia la otra o  viceversa, no tiene cabida en una sociedad que por su dinamismo no debe sentarse a discutir y a mirarse el ombligo sino que debe intentar  progresar y saber vender al mundo lo que con su trabajo  produce.   

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