miércoles, 26 de agosto de 2009

Vocablos que pueden llegar a agobiarnos.


Programación, currículo, horario, unidades didácticas, interdisciplinaridad, reuniones de nivel e internivel, plan de calidad, temporalizaciones...

Cuando me he referido en ciertas ocasiones en algunos de mis artículos a pasar de los programas, no estoy por supuesto infravalorando y menospreciando toda una tarea previa al contacto con los alumnos en la que se organiza y se distribuye tanto la materia a impartir como el tiempo que vamos a dedicar a lo largo de un curso a explicarla y a desarrollarla.

El desarrollo de la programación implica la realización de un conjunto de actividades, revisiones y correcciones, experiencias tanto dentro del aula con un material y unos recursos o estrategias a utilizar (terrarios, semilleros, herbarios, encuestas, periódico escolar…) como fuera de ella, bien sean éstas en laboratorios, huertos escolares, plantaciones de árboles tanto dentro del recinto escolar como en la localidad en la que nuestro Centro se ubique, o también desarrollando otras actividades de tipo lúdico y culturales, así como llegar a utilizar con una gran carga de improvisación cuñas tanto educativas como formativas e instructivas que podemos incluir en cualquier momento en nuestra programación dentro de lo que llamamos lecciones ocasionales.

La catalogación, recogida y reconocimiento de especies tanto ornamentales como hortofrutícolas del entorno, nos servirán para la confección de herbarios y terrarios. Las tareas de abonado, plantación, mantenimiento y distribución o reparto de lo cosechado entre los alumnos en los viveros escolares, nos servirán para conocer entre otras, algunas parcelas del mundo del trabajo y de su dinámica. El montaje de cualquier periódico o revista escolar y todo lo que conlleva su publicación así como la de cualquier obra teatral o musical con el sobreesfuerzo que implica su puesta en escena que se traduce en ensayos, preparación de decorados y vestimentas ocupando nuestro tiempo fuera del horario escolar , llegan a acercar al alumnado a distintas situaciones y facetas que se dan en estos tipos de trabajos. Terminaremos de completar la formación de nuestros alumnos con salidas fuera del Centro para visitar museos, fábricas, granjas, teatros, parques naturales ...

Con la expresión “Pasar de los programas” me refiero a que debemos tener la capacidad de abordar la problemática que el grupo clase o determinados alumnos de dicho grupo tenga en un momento concreto antes de impartir lo programado por encima de todo.

Somos docentes, enseñantes, pero antes que nada educadores. ¿De qué sirve ser un profesor muy exigente que se dedica sólo y exclusivamente a impartir su asignatura de la que por supuesto es una eminencia, si sólo su esfuerzo se encamina a instruir a los alumnos en ella sin convivir con ellos implicándose en su problemática que a fin de cuentas es lo que les importa? Hay que darle al vocablo convivir toda su significación con las implicaciones que de esta relación de convivencia pueden desprenderse.

¿Qué respuesta quiero conseguir de los alumnos? ¿Sólo interesan los conocimientos? ¿Es eso lo que demandan los alumnos y la sociedad a la que pertenecen?

Educar viene del latín educere “guiar, conducir” o educare “formar, instruir” que significa en su primera acepción: dirigir, adoctrinar, encaminar. Pero este adoctrinamiento, vocablo que no me gusta, debe ser de amplio espectro, con libertad de miras, exponiendo las distintas corrientes y teorías que existen sobre cada uno de los conceptos. Debemos dar información y formación, educando en valores, acostumbrando al alumnado a analizar, a elegir y tomar decisiones como consecuencia de ese análisis previo como preparación y ejercicio dentro de la dinámica de la clase para su posterior aplicación en la sociedad de la que serán parte activa en un futuro. Nunca deberemos marcar un camino concreto; el abanico es muy amplio y la capacidad de elección es de los seres libres.

En una segunda acepción según el contexto en que aparece este vocablo, significa: desarrollar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven mediante los ejercicios, actividades y ejemplos que aparecen en las materias que se imparten en un Centro… pero por supuesto respetando al máximo la libertad de pensamiento, siendo sinceros, exponiendo nuestros puntos de vista pero con humildad y bajo la óptica del posible error no creyéndonos por supuesto en posesión de la verdad.

Debemos utilizar el intelecto para discernir sobre todo lo que nos llena y nos hace felices. Utilizaremos el razonamiento y los conocimientos adquiridos para no ser objetos de manipulación alguna.

En una tercera acepción, educar significaría enseñar buenos usos de urbanidad y cortesía, algo muy importante y que trabajados bajo el prisma de la sinceridad llena de un encanto especial las relaciones humanas cuando se da la posibilidad de la crítica bienintencionada.

Programación, unidades didácticas, reuniones de nivel o internivel, departamentos, horarios, temporalización... son un conjunto de pilares previos y soportes a la labor docente que regulan y controlan nuestras actuaciones dentro de la dinámica educativa y formativa con nuestros alumnos.