lunes, 15 de diciembre de 2008

Escala de valores. Titulares para hacernos pensar.


Titulares parecidos a los que a continuación se expresan en este artículo inundan las ediciones de todos los periódicos de nuestra comunidad y de todas las comunidades que integran nuestro país. A lo largo y a lo ancho de éste, se suceden noticias que nos dejan atónitos no sólo por los hechos en sí, sino por la edad, condiciones sociales y brutalidad de los que las protagonizan.

Algunas noticias nos sorprenden más al observar que existen agresiones no sólo al profesorado sobre todo de Secundaria sino a cualquier persona que desempeñe sus servicios en un Centro Público sea este educacional o asistencial. Así comprobamos como esta lacra de salvajismo llega a médicos, enfermeras o a cualquier ser vivo por el mero hecho de serlo. A los protagonistas violentos de estos hechos tan desagradables, tenemos que sumar a veces, con estupor, la participación irracional de algún familiar o allegado.


La cotidianeidad con que se producen, el vandalismo y la falta de sensibilidad y empatía que emanan los que buscan alguna satisfacción en estos hechos, vacunan poco a poco a los integrantes de esta sociedad que van haciéndose día a día inmunes a los sobresaltos que, en un principio ante este tipo de noticias, llegaban a sobrecogerlos y a sentir en sus propias carnes todo el dolor y el padecimiento del que las sufría.


Así podemos ver:

Año 2005.- Dos jóvenes y un menor, rociaron con un líquido inflamable y quemaron viva a una indigente en un cajero automático de Barcelona

Año 2008. - El acoso a los docentes aumenta progresivamente hasta un 45% en las aulas sevillanas.

Año 2008.- Detenidos cinco menores por apalear a un hombre en Girona.

Año 2008.-Agresiones al profesorado.- Más de la mitad de los casos se detectan en los centros de Sevilla capital.

Año 2008.- Un chico de 14 años, en coma por intoxicación de drogas de diseño.


Todos estos titulares, la mayoría de los arriba expresados ocurridos durante este año en curso que ahora agoniza, y en el que a lo largo del mismo se han registrado entre otros, cerca de 48 casos de insultos u agresiones físicas al profesorado, un presunto apaleamiento y apedreamiento a un señor de unos 50 años por unos adolescentes de edades comprendidas entre los 14 y 16 años, el ingreso en un hospital en estado de coma de otro adolescente también de 14 años por al parecer mezclar alcohol y drogas, la lectura en un periódico acerca de la noticia sobrecogedora del apuñalamiento a una persona por tener la sospecha de que le habían dado un rozón a su coche al querer estacionarlo junto al suyo cuando este se encontraba aparcado, rociar a una persona con un liquido inflamable y quemarla viva... es para hacernos pensar muy y mucho.


¿Dónde está nuestra capacidad de diálogo? ¿Por qué actuamos a veces como seres primarios? ¿Dónde está nuestro raciocinio? ¿Por qué somos egoístas y queremos que nuestras opiniones y puntos de vista prevalezcan sobre las opiniones y puntos de vista de los demás?...cientos de preguntas nos surgen ante todo esto.


La excesiva importancia que damos a algunas cosas, a hechos y actuaciones cotidianas que llegamos a magnificar y anteponer a los propios valores que deben emanar de una persona como tal. El desmesurado valor que damos al dinero, al status social que ocupamos o podemos ocupar, al poseer y al tener. La ambición desmedida, el consumismo exacerbado y la deformación que sobre todo tenemos acerca del valor de lo material que anteponemos al de la vida misma y que nos lleva a un ordenamiento absurdo e inhumano en la escala valorativa que hacemos de las cosas y de las personas.


Todo ello quizás nos esté llevando a una especie de Jungla en la que todo vale para la satisfacción de nuestro propio "YO" sin tener en cuenta los otros "YO" de los que nos rodean.

Quedo mudo al observar como bastantes más personas de las que debieran dan una importancia excesiva a muchas de las cosas y bienes de los que disfrutamos en la sociedad actual equiparándolos o incluso valorándolos más que a las personas que conviven con nosotros.


Todo lo que valoramos en exceso tiene sin lugar a dudas un efecto bumerang llegando a debilitarnos, a crear en nosotros una patología, que nos destruye como personas y llega a hacernos mucho daño. Así hay mujeres que son enfermas de la limpieza y castigan a todos los que están a su alrededor (familiares y allegados) exigiéndoles unas pautas de comportamiento hacia su veneración por la máxima pulcritud que obvia y cercena conductas y manifestaciones del todo naturales que pueden hacernos a una mayoría la vida mas agradable.


Otros y otras, dan más importancia al trabajo, a su cuerpo, dedicándoles un tiempo excesivo que pone en peligro la estabilidad de su vida familiar por el nulo tiempo que dedican a su conyugue e hijos.


Todo esto llega a pasar cuando no estamos bien educados o por diferentes causas estamos padeciendo una deformación de la realidad y no tenemos una escala de valores bien definida y nuestro “Yo” se impone por encima de todo a lo que piensen o sientan los demás. Así, por el mero hecho de divertirnos podemos llegar a prender fuego a una persona en un cajero, sin llegar a apreciar que es un ser vivo, que es una persona igual que nosotros, que siente y que padece y que por causas que desconocemos en ese momento ha pasado de ser en el transcurso de unos pocos años de joven trabajadora con ilusiones, a una sin techo.


Insultar y agredir a un profesor menospreciando su trabajo y labor en la formación de las nuevas generaciones de ciudadanos de bien y lo que es peor dinamitando cuales terroristas cualquier principio de autoridad, consensuado y bien llevado.


A veces, lamentablemente, damos más importancia a las cosas que a las personas como es el caso que se manifiesta en el apuñalamiento a un vecino por presumirlo culpable del rayón en la carrocería de nuestro coche al intentar dicho vecino estacionar el suyo junto al nuestro, que con anterioridad, ya teníamos aparcado.


El gusto por la violencia, el grabar con el móvil actos punibles donde el salvajismo y la brutalidad nos dejan perplejos.


El hecho de demandar ayuda asistencial ante un coma producido presumiblemente por alcohol y drogas a una edad tan temprana, demuestra una deformación en la conducta del menor en cuestión, que llega a ello por ignorancia o por tratar de conseguir un estado de satisfacción ilógico y fuera de lo normal. En todas las situaciones de nuestra vida el goce será el que es y no habrá más.


El mal trato a la mujer o al hombre ¿Por qué no? cuando el amor ya no está, se ha ido... ¿Por qué ese sentido de dominación? ¿Por qué ese serás mía o mío y no de nadie más?
¿Por qué no dialogamos y aceptamos el fracaso y de él aprendemos para aún ser mejores y si es posible no fracasar más?


En el fondo todo es un problema de educación. Debemos educar en la libertad responsable, en el éxito y en el fracaso, en el convivir, que no es más que vivir con. Educar en la empatía, en el sentir con y en el alegrarse con, es decir; educar en la solidaridad, respetando a la naturaleza en la que nos desarrollamos, utilizando el análisis y la praxis sobre nuestro comportamiento.


Lo mismo que estamos sujetos a la ley de la gravedad y al conjunto de leyes del universo, nuestra existencia debe sujetarse a unas normas o pautas de conducta. Toda acción desencadena una reacción; así si tiro una piedra a la cristalina, quieta y tranquila superficie de un estanque alteraré con ondas circulares la quietud y tranquilidad del mismo.


Encontraré orden y limpieza en mi habitación si la ordeno, recojo y limpio. Todo lo contrario me llevará al desorden y a la suciedad de la misma. Huir (sobre todo los padres y por qué no tambien los profesores) de los paternalismos y sobre-proteccionismos que lo que hacen es facilitar al que se educa de una bula que le permite satisfacer todos sus deseos de un modo egoísta, por encima e incluso a costa de los demás. De sobreprotección y paternalismo sabemos bastante los que nos dedicamos a la educación. Si trabajamos en estos aspectos que duda cabe que conseguiremos erradicar estos brotes que aunque aislados por lo frecuentes, contaminan y desorientan a nuestra sociedad.