lunes, 27 de octubre de 2008

Mis inicios en el "Colegio Aljarafe"







Finalizado un cursillo sobre técnicas de enseñanza aplicadas a las materias fundamentales del currículo en el que se propugnaban entre otras estrategias la de instaurar en las aulas varios rincones con el material idóneo para motivar a los alumnos en el trabajo semanal o quincenal, dejándoles en un principio libertad en la elección de la materia a trabajar pero debiendo en ese periodo de tiempo establecido, todos y cada uno de ellos, realizar las fichas de trabajo de todos los rincones, inicié mis primeros pasos en la enseñanza.

Bajo mis sugerencias los alumnos formaron por afinidad los grupos de trabajo y comenzaron a pasar por los distintos rincones.

El rincón de lengua, el de matemáticas, el de naturales, el de sociales…etc. En cada uno de ellos el alumnado podía encontrar no sólo las fichas de trabajo que debía hacer durante la semana o quincena y que yo les controlaba, sino también en estos rincones hallaban a la vez, libros de consulta para poder realizar dichas fichas a parte de utilizar su libro de texto. Con todo este bagaje recién aprendido, y con nula experiencia, recalé en un edificio de dos plantas de construcción rectangular cubierto por un tejado. Dicho edificio servía de frontera y perímetro a un gran patio central dividido en dos partes desiguales por un ancho pasillo. A dicho pasillo se accedía desde el exterior por una amplia escalinata que estaba situada al final del camino privado flanqueado a ambos lados por altos cipreses por el que se llegaba al Colegio una vez abandonada la carretera de San Juan a Palomares, a su derecha. Constituían tanto la amplia escalinata como el porche de columnas de hormigón visto, la entrada principal del Centro por la que se llegaba a derecha, izquierda o hacia el frente a todas sus dependencias incluido el patio de recreo, teatro al aire libre, comedor, pista de futbito y balonmano, campos de fútbol...

Al inmenso patio exterior, se asomaban curiosas, por amplios ventanales las oficinas de administración, varios despachos y la sala de profesores. Las aulas de la planta baja y superior daban también a este patio exterior directamente a través de la única puerta de acceso que tenia cada aula. Dichas puertas eran de madera y estaban flanqueadas a uno y otro lado a modo de anchas jambas por dos cristaleras que recibían la luz del referido patio. Todas las clases poseían unos estrechos y alargados ventanales en la parte superior de la pared que junto con la puerta de acceso formaban uno de sus laterales. Se sumaban a estos huecos luminosos, tres amplios ventanales en la pared lateral frente a la ya mencionada, que daba al patio interior gozando las clases de bastante claridad.

El mencionado patio de recreo era casi en su totalidad de tierra y en él se encontraban los campos de fútbol, cancha de baloncesto y pista de patinaje así como las gradas de un pequeño teatro al aire libre. Todas estas instalaciones entre las que cabe destacar las duchas de posterior construcción, formaban el perímetro del edificio contorneando la fachada exterior a las que se abrían las puertas de todas las aulas de la planta baja que estaban ocupadas por los grupos de E.G.B. La fachada posterior que con su acerado de losas de barro delimitaba el patio interior a donde también se asomaban curiosas, todas las clases por sus amplios ventanales, así como los diferentes despachos, las oficinas de administración, la secretaría y la sala de profesores que en un principio allí se ubicaban.

Las clases del piso superior daban todas a un largo corredor solado de ladrillos de barro, asomándose cada una de ellas tanto por delante como por detrás al referido corredor a lo largo de todo el perímetro exterior e interior del edificio. Dicho pasillo por el que se accedía a todas las clases, tenía como defensa una baranda de hierro pintada de blanco que dibujaba su doble perímetro y al que se llegaba desde el amplio porche Central por una no menos amplia escalera de dos tramos que cercenaba o partía el patio interior según se accedía al edificio, en dos mitades desiguales como he descrito anteriormente. La de la derecha alargada de forma rectangular al que se asomaban las clases tanto de la planta baja como de la primera, y la de la izquierda, mas pequeña y cuadrada por el que se accedía a un salón cubierto de usos múltiples después de dejar a la derecha los ventanales de las oficinas de administración en la planta baja y el aula de música en la planta superior.

Una vez que habíamos accedido a este salón cubierto y que podíamos contemplar y abarcar en su totalidad mirando al frente, según a la hora que lo visitáramos podíamos encontrarnos en él a algún curso o cursos realizando actividades deportivas o culturales como: una clase de gimnasia, un interesante partido de voleibol, un partido de baloncesto, un teatro de marionetas... Puntualmente podían celebrarse también en él una variadísima gama de espectáculos: una obra de teatro, un concierto de piano, una clase de dramatización, un ensayo de la orquesta Orff del Colegio, un recitado de poesías, teatro leído, conferencias, exhibiciones de alguna figura del deporte con su correspondiente clase magistral… etc.

Si nada más entrar en este patio cubierto girábamos a la derecha nos encontrábamos con una puerta que daba acceso a un distribuidor desde el que podíamos acceder a las oficinas de administración, sala de profesores y varios despachos. Dicho salón cubierto también hacía las veces de patio cubierto durante los recreos lluviosos o de salón de usos múltiples ya que se utilizaba las más de las veces como he dicho antes de gimnasio, de salón de actos, de sala de conciertos, de teatro , de polideportivo o para cualquier conferencia o evento para el que se necesitase un espacio bastante amplio y al que pudiera asistir todo el Colegio.

El porche Central se abría tanto a derecha como a izquierda al patio interior y desde la planta baja por medio de la amplia escalera de dos tramos se accedía a un espacio similar en la planta primera en la que estaban ubicadas las aulas de bachillerato.

Comencé mi actividad en un 5º de E.G.B como tutor. Curso con pocos alumnos 22 en total y en el que curiosamente sólo había una alumna. El colegio pretendía que en sus aulas hubiese alumnado de los dos sexos cosa infrecuente por aquella época. Como puede apreciarse se hacía hincapié sobre este aspecto en la portada del folleto propagandístico que ilustra este artículo. Durante las clases de gimnasia, trabajos manuales, dramatización … etc. daba las de música al resto de los cursos mientras que al grupo del que era tutor le estaba impartiendo clases otro u otros especialistas.

martes, 21 de octubre de 2008

1971 Comienza la enseñanza de la música en un Colegio de “Mairena del Aljarafe”



Expreso este titular porque por aquel entonces no existía colegio alguno en la provincia de Sevilla ni en Andalucía o por lo menos yo no tenía noticia de ello y menos aún, de que en alguno de ellos se abordara la enseñanza de la música como una asignatura más del currículo.

Había recientemente terminado la carrera de Magisterio y me encontraba empeñado en completar mi formación musical con los estudios de contrapunto y composición. Me hallaba a lo largo de este periodo, confuso; deseando integrarme en el mundo laboral, sin saber que hacer o a dónde dirigirme, esperando el anuncio o la oferta de empleo que se adecuara a mis expectativas, ojeando temarios de oposiciones y valorando lo que debía acometer con premura cuando llegó a mis oídos la existencia de un Colegio en el término municipal de Mairena del Aljarafe.

Este nuevo Centro había comenzado su andadura implantando durante el curso 1970-71, la enseñanza del Bachillerato, y deseaba ampliar su radio de acción en cuanto a lo que a labor docente se refiere para el curso próximo con una nueva línea de aulas que irían desde el parvulario recorriendo todos los niveles de la E.G.B. hasta entroncarla con éste. De esta forma se quería ofrecer al alumnado de este Centro la posibilidad de poder realizar los estudios sin interrupción desde párvulos hasta el último curso de bachillerato sin tener que cambiarse a otro.

Los alumnos del Centro tendrían de esta forma la posibilidad de abandonarlo al finalizar el bachillerato bien para realizar estudios universitarios, carreras de grado medio en escuelas técnicas al efecto o para insertarse en la vida laboral. Para ello, el referido Colegio necesitaba ampliar el personal docente y de servicios para poder abordar sin carencias, la empresa de poner en funcionamiento estas nuevas aulas.

Una entrevista me abrió las puertas y dio comienzo mi actividad como maestro en la enseñanza llamada por aquel entonces privada. Mis inicios tuvieron lugar en ese nuevo Centro; “El Colegio Aljarafe” al que se llegaba por aquel entonces por la carretera que va de San Juan de Aznalfarache a Palomares.

El Colegio estaba situado a mano derecha siguiendo dicha carretera, aproximadamente a unos 800 metros una vez pasado el indicativo con el que se nombra a dicha vía al finalizar el término municipal. Al desviarnos de ésta a mano derecha nos introducíamos en un estrecho camino privado de acceso a dicho colegio de unos 150 metros de largo bordeado a ambos lados por altos cipreses y abierto por un extremo, a su izquierda, a una amplia explanada de cemento que nos servía de aparcamiento.

Alrededor del Edificio de dos plantas que albergaba todas las dependencias del Colegio, se extendía un inmenso bosque de olivos y a la izquierda del camino privado que iba en dirección a éste, salpicadas aquí y allá de manera caprichosa, se levantaban las estructuras de hormigón de los altos edificios todavía en construcción de la que sería más tarde la Barriada de Ciudad Aljarafe que unidos a los de pequeña altura, a modo de boca de un enorme dragón amenazaban con engullirlo.

Comenzó esta aventura, con un cursillo sobre técnicas de enseñanza que se impartía en un Colegio de Sevilla, situado en la Barriada de los Remedios frente por frente a unos jardines y a la iglesia o parroquia del mismo nombre durante los primeros días de Septiembre. Entré en periodo de pruebas en dicho Colegio y mi estancia duró aproximadamente seis años, finalizando mi actividad en él con mi incorporación a la enseñanza estatal después de haber superado unas oposiciones que daban acceso a mi ejercicio como docente en Centros Públicos del Estado.

El hecho de que este Centro pretendiera que la música fuera una de las materias que se ofrecían al alumnado como innovación fue el determinante para que fuese elegido entre otros aspirantes como un nuevo miembro del claustro de profesores.